Según el relato oficial, parece que vivimos en Suiza. Se habla de un país con una economía en crecimiento a tasas chinas, con trabajadores y jubilados que perciben ingresos para vivir con dignidad y que, por lo tanto, los reclamos que hacen las distintas organizaciones sociales y sindicales no tienen sentido.
Pero este relato no es el día a día del trabajador promedio. Si todo está tan ordenado, ¿por qué iten la pretensión de congelar salarios? Más allá de los papeles, las estadísticas y las cifras economicistas, el sol no puede taparse con la mano.
Uno de los recursos para afirmar que los salarios han subido es medir su valor en dólares y no en la capacidad de compra. La divisa norteamericana está artificialmente baja a costa de que la producción nacional sea menos competitiva y tengamos los precios más altos de la región.
La tan promocionada baja en el índice de pobreza es otra pantalla de las que nos quieren convencer. La medición realizada por el INDEC pondera los distintos rubros de manera que no reflejan la realidad de los trabajadores. Telecomunicaciones, transporte y servicios públicos son las categorías que más han subido en los últimos meses pero que ocupan un porcentaje bajo en la canasta que mide la entidad. Por ejemplo, la categoría servicios aumentó 400%, más del doble de la inflación de 2024.
La realidad es que el poder adquisitivo de los trabajadores ha caído desde que asumió el nuevo gobierno y vienen perdiendo frente a la inflación que, si bien se desaceleró, mantiene un ritmo de más del 3% mensual. Frente a este escenario, las organizaciones sindicales responden con reclamos legítimos en toda democracia y estado de derecho.
Además de no ser escuchados, hay algo incluso peor en este combo: se trata del avasallamiento a la libertad de la que tanto alarde hace el gobierno. ¿Qué tiene de libertad intervenir desde el Estado en una negociación entre privados? Los acuerdos entre trabajadores y empresarios tienen que respetarse.
Con la intención de imponer un límite del 1%, se utiliza el argumento de que “es un ancla para la inflación”. “Si uno permite que el salario se vaya más allá de lo que se ha establecido como pauta o como tope, obviamente los precios aumentan” reconoció recientemente el Jefe de Gabinete. Pero más allá de los argumentos, no tiene nada liberal impedir la homologación de paritarias libres entre actores privados.
Los supermercados mayoristas rechazan las listas con aumentos de precios
La inflación se frenó porque el plan económico pulverizó el poder de compra de los salarios. La caída del consumo es tan fuerte que los empresarios no tienen margen para aumentar los productos si quieren sostener el nivel de ventas. Los sueldos no son más altos sino que el dólar está barato.
Si tuviéramos los ingresos por las nubes, ¿Por qué no para de bajar el consumo de alimentos tan esenciales como la yerba, la carne o la leche? Estos 3 productos cayeron a consumos mínimos históricos (9,2%, 9.1%, 8% respectivamente, respecto a 2023).
Se trata de preguntas simples y concretas que demuestran la falsa estabilidad que viven los trabajadores. Y la consecuencia son salarios pisados. Es decir, el ajuste lo están pagando quienes pueden comprar menos cosas que hace un año.
También es lamentable que frente a esta actitud del gobierno, las empresas de nuestro rubro petrolero, tan pujante gracias a la mano de obra calificada, sean cómplices y beneficiarios de este modelo de salarios pisados.
Frente a los intentos de poner límites a las negociaciones salariales e impedir la homologación de las paritarias, no queda otra opción que continuar con los reclamos sin descartar las movilizaciones con todos los trabajadores de la actividad.
