La vocalista y compositora Roxana Amed presentó su disco "Todos los fuegos”, una reinterpretación jazzística de clásicos del rock nacional que marcaron a generaciones. Se trata de un proyecto que propone un recorrido por canciones emblemáticas de figuras como Charly García, Luis Alberto Spinetta, Fito Páez y Gustavo Cerati, en una fusión entre la tradición del rock nacional y su mirada desde el jazz contemporáneo.
“Estas canciones fueron revolucionarias en su época, rompiendo las reglas de la armonía, la melodía y la poesía de una manera que cambió la música latinoamericana para siempre”, contó Amed. “Mi objetivo era honrar su esencia y, al mismo tiempo, crear un nuevo lenguaje que conectara tanto con el público del jazz como con el del rock”, precisó.
Radicada en Estados Unidos desde hace más de diez años, la cantante argentina presentó en su nuevo álbum una propuesta que combina su distintiva voz y sensibilidad jazzística con una reinterpretación de clásicos que marcaron época. "El reto fue encontrar nuevos espacios dentro de estas canciones, manteniendo intacta su carga emocional. El rock y el jazz siempre han tenido una profunda conexión; ambos nacieron de la rebelión, la innovación y el deseo de traspasar los límites. Este álbum es mi forma de celebrarlo", explicó.
Antes de su publicación el viernes pasado, la artista había adelantado su álbum a través de los sencillos “Ciudad de pobres corazones” (Fito Páez) y "Salir de la melancolía" (Serú Girán). En total, tiene once temas, seleccionados del cancionero del rock argentino. Entre las piezas elegidas se destacan “Cinema verité” (Serú Girán), “Asilo en tu corazón” y “Dejaste ver tu corazón” (del disco conjunto "La la la" de Spinetta y Páez), y “Corazón delator” (Soda Stereo), además de una creación original, “Diamonds”, compuesta por Roxana Amed y Leo Genovese.
La expansión de la música argentina a los "oídos, cabezas o corazones que todavía no la conocen"
En una escucha exclusiva en la previa a su lanzamiento, Amed explicó que la elección se dio a partir de la necesidad de enseñar a públicos foráneos qué es la música argentina. "Venía escuchando discos mezclados de distintas cosas. Por un lado, estaba buscando música que me hubiera inspirado a mí en este viaje hacia atrás, que, como siempre digo, es hacia adelante", precisó en diálogo con la prensa invitada, entre la que estaba PERFIL.
"Pero a la vez buscaba que dejara esas semillitas de lo que es la música argentina en oídos, cabezas o corazones que todavía no la conocen", completó. "Escuché muchas cosas distintas y terminé quedándome solamente con cuatro artistas. Y cuando lo vi de lejos, dije: 'Y claro'", añadió.

Otra cuota de argentinidad la aporta Leo Genovese, reconocido pianista santafesino, quien también participó del proyecto junto a distintas figuras del jazz internacional, como Mark Small, Tim Lefebvre y Kenny Wollesen. "El casting de los músicos que te acompañan en estos viajes, que te acompañan en el momento de tocar, con quienes te subís a este barco, es fundamental", subrayó la vocalista sobre sus compañeros de obra.
"En la gira se tuvo que aprender un montón de cosas muy complicadas. Porque, como sabrán, toda esta música no se ensaya, te pasás la data. Todo este disco se hizo sin ensayar. Todo el mundo recibió la información, y después confiás en que la gente sea la gente indicada", sintetizó, asegurando que desde el inicio creyó en las habilidades de sus colegas para desarrollar el proyecto.
Por si quedaban dudas de que se trata de una obra que busca reivindicar la cultura nacional, el título también recuerda al libro de Julio Cortázar "Todos los fuegos el fuego". Sin embargo, Amed aclaró que el nombre no se limita a una referencia literaria, lo cual no resultaría sorpresivo debido a su formación académica en dicho campo de estudio, sino que está relacionado con la pasión a la hora de encarar un proyecto.
"[El nombre] Tenía que ver con la sensación del fuego que inicia, que destruye, que empieza, que es vital, que es destrucción, pero que es vida de algún modo también. Y que además es la palabra asociada a la pasión. Cuanto más tiempo pasa, uno va sintiendo que si no hay pasión para hacer lo que sea, hacer un disco, cuidar a tu familia, estar acá, no se puede, no tiene sentido. La vida pide demasiado y pide siempre lo que nos convoca. Así fue como vino el nombre y como, de algún modo, honro y menciono a estos cuatro fuegos que son los autores y los artistas de este disco que me han dado inspiración siempre", profundizó.

En esa línea de pensamiento, recordó su infancia y adolescencia en el oeste bonaerense, donde recuperaba a dichos referentes del rock nacional a través de las búsquedas de amigos o hermanos mayores de sus allegadas, ya que en ese entonces "era el hombre el que iba a cazar" la música. "Yo soy de Ramos Mejía. ¿Por qué tardé tanto tiempo en hacer rock viniendo del oeste? No sé, porque me gusta ir por el camino más difícil", ironizó.
"Mi infancia estuvo marcada por estudiar música clásica. Como yo era un ser un poco inquieto, fuera de todos los pronósticos de mi madre, me mandó a estudiar música cuando tenía cuatro o cinco años y me empecé a sentar al piano desde esa edad. Y era música clásica. Pero, ¿qué iba a hacer yo? Yo cantaba rock y cantaba folclore. Y esa traducción de una música a la otra, de lenguajes, pasaba en los fogones", manifestó.

De esa manera, aprendió a "formatear" su "cabeza de música popular con ese repertorio". "Más allá de que no sé si cantaba 'Salir de la melancolía', estaba ahí. Y hubo música que llegó para mí después, por ejemplo, Spinetta. Mucha música de esta que estamos escuchando acá, y mucha de la que quedó afuera, salió del fogón, en donde el cantor o la cantora, con su guitarra, hacía perdurar la tradición", reflexionó.
"Y eso estuvo, sin duda, en mi cabeza, de un modo muy humilde, muy emocional y muy sincero. Vivo en otro país, y me da necesidad hablarle a la gente de lo que tenemos en Argentina, sobre todo a gente que no sabe qué hacemos. Entonces, había como una presión de: 'Che, ¿podés arreglar Corazón delator?', '¿Escuchaste este tema?', 'Vamos, a ver, ¿qué escuchás con esto?'... ¡Buah! Fuego", manifestó.
La hermandad del rock con el jazz en un trabajo que trasciende las etiquetas
Si bien el álbum se presenta como una reversión jazzística del rock nacional, para Amed no es posible encasillarlo en un género. "Yo hago como una prueba química con cada oreja, con cada nuevo oyente, y sobre todo con oyentes que a lo mejor no conocen nuestra música", comparó.
En ese sentido, tomó el caso de los profesionales del Sear Sound Studio en Nueva York, donde grabaron el disco. "Los ingenieros y los asistentes, decían: '¿Pero esta música? ¿Qué es esto?' Bueno, entérate: esto es rock argentino", sentenció. "Yo creo que tiene, tal vez, como el fuego, como el agua, eso de que siempre cambia. Nunca va a ser igual, está permanentemente en movimiento. Y creo que algo de eso es lo que el jazz trata de capturar", reflexionó.

"Y también es en lo que se hermana con el rock. El rock no espera, como el pop, darte un formato estructurado para que no te muevas de ahí. Vos lo reconocés, lo cantás conmigo en el estadio. Con esto, no sabemos. Cuando toquemos esto en vivo, o cuando ellos tocaban esta música, seguramente todas las noches pasaban cosas nuevas. Porque esa es la música, ¿no?", concluyó.
Cada uno de los once tracks de “Todos los fuegos” muestra la fusión de géneros que define el arte de Roxana Amed. Por ejemplo, el cautivador "Verbo Carne" de Cerati adquiere una atmósfera onírica y vanguardista con los intrincados arreglos de viento de Small, mientras que "Ciudad de Pobres Corazones" de Páez (arreglada por Bejerano, gran compañero de aventuras de Amed) se transforma en una potencia rítmica con la incorporación del percusionista Samuel Torres. En tanto, el icónico "Corazón Delator" se reinventa como un himno electrizante de jazz-rock con Aaron Lebos a la guitarra.
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