CULTURA
crítica

Reseña tu entusiasmo

El español Ramón Gómez de la Serna, que tempranamente percibió estos textos como de esencial valor en el ecosistema del libro, se definía orgulloso en 1936: “Yo soy solapista. No quiero ni puedo ocultarlo”.

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A veces los libros se eligen por la contratapa, sin leer ninguna oración del interior. O por las solapas y las fajas, llenas de elogios pontificados. En taimados márgenes, y en cien palabras máximo, se debate el lector para ese libro que aguarda. Quien puso la alfombra entusiasta y persuasiva fueron esos menospreciados párrafos que ayudan a presentar los libros. Y venderlos. Cien palabras a un desconocido, de Louise Willder, revela las estrategias de la ilusión de los blurbs.

Epitextos nacidos en los albores del siglo pasado, los blurbs son analizados y destripados por Willder, quien hace veinticinco años redacta en Gran Bretaña estas piezas que condensan reseña, publicidad y mentiras. “Quién quiera escribir un blurb decente para un libro no puede simplemente dar cuenta de la trama; de alguna manera tiene que endulzarlo un poco y, en efecto, mentir”, sostiene apoyándose en La marca del editor de Roberto Calasso, escritor de Adelphi, donde escribió más de mil solapas de manera anónima. Igual que Willder, que asegura supera ya las cinco mil, “celebro la idea del blurb como una carta dirigida a una sola persona, porque yo también pienso de esa manera cuando escribo. Sea quien sea mi solitario y misterioso lector”, enfatiza la redactora publicitaria y escritora.

Adaptación abreviada de Blurb your enthusiasm: A cracking compendium of book blurbs, writing tips, literary folklore and publishing secrets, uno de los libros de no ficción de 2022 para The Times, el prologuista Miguel Aguilar, colega de Willder, advierte las distancias con el mercado hispanoamericano, algo distinto a los ejemplos anglosajones y ses que pueblan esta microhistoria crítica. Una es la faja, otra herramienta paratextual que apalanca la difusión, usual en el hemisferio norte, pero acá sumada a la contracubierta y la solapa conformando un detestable pastiche. Incluso empeorado, digamos, con un confuso diseño que imita la faja sobre las tapas.

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A los prestigiosos nombres de la literatura europea y norteamericana que Willder menciona habría que expandir con los nuestros que trabajaron escribiendo benditos blurbs, desde Jorge Luis Borges y Ernesto Sabato a Fogwill y Luis Chitarroni. Incluso por estos lares el español Ramón Gómez de la Serna, quien tempranamente percibió estos textos como de esencial valor en el ecosistema del libro, se definía orgulloso en 1936: “Yo soy solapista. No quiero ni puedo ocultarlo. El libro con solapa sale al mundo como con un salvavidas, y el lector pregunta qué dice la solapa antes de comprarlo”.

Y adelantaba el español algo en Buenos Aires que la británica Willder en Londres, a un siglo de distancia, sigue corroborando, “que cuando un libro es realmente bueno puede atravesar la miasma de las palabras que lo rodean para venderlo, y que esas palabras se convierten también en parte de la historia del propio libro”. “Sus luchas nos pertenecen”, frase del editor argentino Max Dickmann, apareció en la contratapa de Plexus de Henry Miller, Santiago Rueda Editor, en 1964. Esa generación de la contracultura hispanoparlante, así lo leyó.

Cien palabras a un desconocido

Autora: Louise Willder

Género: ensayo

Editorial: Gris Tormenta, $ 20.500

Traducción: Jacobo Zanella