El arte tiene la potencialidad de inocular una reflexión en el público sin que aparezca un comando directo. Es un botón que dispara de acuerdo a su propiedad y la sintonía que tiene quien la percibe. Así, “Carroña última forma”, la reciente exposición del Centro Cultural Recoleta reúne a grandes nombres del mundo del arte, los dispone en su sala más grande y las ejecuta en una disposición circular: querido espectador, estás rodeado.
Presenta algunas obras ya clásicas con una presentación novedosa que se construye en diálogo con los visitantes “¿Te acordás de todo esto?”, “¿estás viendo todo esto que está ocurriendo en el primer cuarto de este siglo?”, pareciera preguntar. Al ingresar las primeras obras están colocadas de espaldas a la puerta, ese plato fuerte quedará para el final, esas pinturas de Verónica Gómez que usa unas caricaturas que podrían ser Javier Milei (un niño caprichoso come su comida y desparrama desde su sillita alta, restos de carnes entre sus perros peligrosos; una mujer terrorífica clava su bastón en el ojo de un león), serán vistas a la salida, porque primero atraen las obras gigantes de Antonio Berni iluminadas en el centro de la sala, allí están “La guerra” y “La tortura”.


Comienza así el paseo y sí, propone no mirar para otro lado. Detrás de esas escenas imponentes aparece pintada con aerosol en la pared la palabra “Berniadas”, se lee también “2001”, un número que para los argentinos tiene una referencia que no es la de la película de Kubrick. Es la obra de Marcia Schvartz. Allí se esparcen restos, recortes, deshechos, hay una pregunta sobre los restos y el pasado de las cosas, qué sucede también con lo que dejan los artistas. Es necesario también pasar por lo que se deja atrás para no perderlo de vista.

En las obras de Tobías Dirty las referencias son más directas sus trabajos se llaman “Ley de convertibilidad”, “Asesinatos de Kosteki y Santillán”. La instalación con fotografías de Liliana Maresca donde se pueden reconocer a personajes como Jorge Rafael Videla, Carlos Saul Menem, Bill Clinton, irrumpe en el camino.
Sus curadores, Javier Villa y Carla Barbero, bajo la aprobación y acompañamiento del director de la institución, Maximiliano Tomas, optaron por construir un sentido más explícito. El arte no es inocuo, o puede no serlo. En su selección, el armado del recorrido y el nombre escogido hay una propuesta al menos de alerta. Esto pasamos. Esto está pasando. “Y si mañana es como ayer otra vez, lo que fue hermoso será horrible después…”
“Carroña última forma”: 38 obras de 11 artistas
“Carroña última forma” reúne en la sala Cronopios 38 obras de once artistas: Antonio Berni, Leónidas Lamborghini, Liliana Maresca, Raquel Forner, Marcia Schvartz, Osvaldo Lamborghini, Grete Stern, Verónica Meloni, Tobías Dirty, Santiago O. Rey y Verónica Gómez. “A través de lenguajes intensificados —grotescos, alucinados, a veces hiperbólicos— la exhibición se presenta como un ensayo visual que vincula las vanguardias de mediados del siglo XX con expresiones contemporáneas que tensan los límites de un realismo local”, apuntan los curadores.
“El título de la muestra retoma el libro homónimo de Leónidas Lamborghini, escrito en 2001, durante el colapso social y económico del país. En ese texto, el poeta recorre una ciudad descompuesta donde el lenguaje, como el cuerpo social, ha sido degradado. En diálogo con esa obra, la exposición asumirá la carroña no como desecho, sino como forma última: lo que persiste, lo que habla desde lo corroído”, detallan.
De “La tortura” de Berni a las obras de la artista censurada por el gobierno de Milei
Un dato que tuvieron en cuenta los curadores fue la centralidad de Berni que, justamente, ocupa el centro elevado de la sala, quien comenzó a trabajar con el cartón cuando todavía era una apuesta experimental y rupturista, y que fue el único artista velado justamente en el Centro Cultural Recoleta.
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Respecto a la presencia más polémica por su referencia a Milei es la de las obras de la artista Verónica Gómez. Recientemente la presencia de su trabajo fue censurado por Cancillería. Gómez iba a participar con una obra en una muestra de arte en la embajada argentina en China, pero a dos días de la inauguración, cuando las piezas de ella y la de otros artistas ya estaban situadas, Cancillería mandó a pedir que se cancelara todo.

Las obras presentes en el Recoleta son bellas y “abyectas”, como señaló Barbero. La artista “lleva lo abyecto hacia cierto preciosismo pictórico”, precisó Villa. En esa atmósfera hay referencias a un león castigado, un pequeño hombre revulsivo, perros, un arlequín con aspecto familiar. La exposición no esconde la intención: “Las pinturas reunidas (…) condensan su particular modo de narrar lo contemporáneo: un presente convulsionado, donde el poder se ejerce con violencia, las identidades son devoradas y la moral aparece corroída”, así presenta a la artista el texto de sala.