Aunque los médicos identificaron al mal de Alzheimer por primera vez allá por 1906, en algo más de siglo se transformó en una de las patologías centrales de la salud pública. Es que hoy hay en el mundo 50 millones de personas diagnosticadas –al menos unas 500 mil en Argentina– y es la causa más común de demencia asociada a la edad.
Según los expertos, el 10% de los mayores de 65 años padece algún grado de demencia y alrededor del 75% de esos casos es Alzheimer. La cifra aumenta con la edad y cerca del 40% de los mayores de 85 años tiene alguna demencia. Y –otra vez– la incidencia central es por este mal.
Pronto habrá más “viejos” que jóvenes y nacerá un nuevo paradigma
Según los datos del Programa Nacional de Docencia e Investigación en Alzheimer (Pronadial) de la Facultad de Medicina de la UBA, “la población de adultos mayores está creciendo , y se espera un aumento en la prevalencia e incidencia de enfermedades relacionadas con la edad, como la incontinencia de esfínteres, la inmovilidad, la depresión, el abuso y/o maltrato, la polifarmacia y la demencia”.
“En nuestro país hay una cierta tradición cultural ligada a que los adultos mayores son cuidados en su casa, por su familia, el máximo tiempo posible. Pero eso se va complicando a medida que avanzan ciertas afecciones neurodegenerativas, como el Alzheimer o alguna demencia. En ese momento, las mejores opciones para el paciente y su familia son alguna institución o cuidadores especializados”, le dijo a PERFIL el doctor Ricardo Jauregui, que preside la Asociación Internacional de Gerontología y Geriatría.
¿Cómo saber cuándo llegan esos momentos? Según Lía Daichman, especialista en gerontología, comentó: “tenemos indicios claros cuando las condiciones del domicilio ya no responden a las necesidades de la persona. También hay otro momento crucial, que es cuando el paciente se vuelve incontinente, o deja de reconocer a los familiares responsables de su cuidado”. Y Jauregui, que es director médico de la residencia WeCare, agrega: “suele verse también trastornos de conducta significativos. O se vuelve difícil convivir con ellos en un domicilio. Por ejemplo, se invierte completamente su ciclo del sueño y dormitan de día pero están despiertos por la noche”.
Por su parte, la licenciada Mara Maslavski, coordinadora gerontológica de la Residencia Manantial, especializada en atención de personas con deterioro cognitivo, sumó otro elemento: “No hay un único momento para tomar esta decisión; dependerá de cada familia. No es estrictamente necesario que la enfermedad esté avanzada; con un diagnóstico de deterioro cognitivo se pueden planificar decisiones e intervenciones terapéuticas para acompañar el progreso de la enfermedad, que sabemos es irreversible y con necesidades de cuidado en aumento”.
“El argentino tiende a pensar que un paciente con Alzheimer debe ser atendido en casa hasta que ya no se puede sostener”, detalla Maslavski. Esta creencia, que considera que el hogar es el mejor lugar, a menudo disminuye la calidad de atención del ser querido.
Daichman explica que el proceso de internación general debe comenzar con “valoración geriátrica integral”, a la que define como “una evaluación multidimensional en la que se detectan, describen y aclaran los múltiples problemas de la persona mayor, se registran recursos y posibilidades del individuo, se asesora sobre la necesidad de servicios y se desarrolla un plan de cuidados basado en cuatro dimensiones: la clínica o biomédica, la funcional física, la funcional mental y la social”.
En estos procesos se vuelve importante la consulta al gerontólogo. Según Jauregui, cuando el deterioro avanza, el neurólogo o el clínico van dejando de tener las “herramientas” concretas para cada paciente. “Hay que coordinar con otras especialidades, con kinesiólogos, con la familia, con instituciones médicas. Y también entender lo que atraviesa el paciente. Por eso nuestra especialidad se vuelve más importante”.
La recomendación para prevenir el Alzheimer
Maslavski recordó la importancia de una “valoración geriátrica integral” para los mayores en esta situación, que contemple desde los aspectos clínicos a los neuropsicológicos, nutricionales y funcionales, para crear una propuesta de tratamiento personalizada, según el estadio cognitivo, funcional y la historia de cada persona.
Lo recomendable es buscar un lugar que permita al paciente alcanzar su nivel real de desempeño. “Eso no significa que se vayan a curar, pero podrán realizar actividades que no podían hacer en su casa, y tendrán una asistencia adaptada a las habilidades que poseen.
Esto le permite a las familias percibirlos de una manera diferente, vincularse con el paciente no solo desde el cuidado, sino desde lo afectivo.