“Este acto público se hace en un contexto en el que el periodismo recibe un hostigamiento casi diario por parte del Presidente de la Nación”, dijo Joaquín Morales Solá, antes de entregar los premios que, como presidente de la Academia Nacional de Periodismo, entregó en esta edición a Leila Guerriero, Jorge Fernández Díaz, y también un reconocimiento póstumo a Jorge Lanata, fallecido en 2024. “Desde aquí le decimos al señor Presidente de la Nación, con el mayor de los respetos a su investidura, que no existe la libertad si no existe un periodismo libre que pueda trabajar con tranquilidad”, destacó
Morales Solá en su rol de anfitrión. “Nunca en democracia un Presidente ha atacado tanto al periodismo en un solo mes, como ocurrió el mes pasado. Basta, ya es demasiado”, exigió y señaló que esos ataques son particularmente virulentos contra el periodismo independiente porque “es el más creíble”. A su vez sostuvo que la mejor respuesta que se puede dar a esta situación es el ejercicio responsable de la profesión. “No hay censura directa; se busca algo peor que es la autocensura. Muchos prefieren callar para evitar la descalificación por parte de quien ocupa la más alta magistratura. No existe la libertad sin un periodismo libre que pueda trabajar con tranquilidad”, remarcó Morales Solá.
Hombres claves. La primera en recibir la Pluma de Honor que otorga la Academia Nacional de Periodismo fue Leila Guerriero, periodista y autora de libros como Los suicidas del fin del mundo, Opus Gelber, Una historia sencilla, y el best-seller La llamada. En su discurso recordó dos momentos clave de su carrera: “Hoy, las hijas de Jorge Lanata reciben el diploma que le entregaron a su padre el año pasado y Jorge Fernández Díaz recibe la Pluma de Honor 2025. Hay algo especial en eso: Lanata fue quien me dio mi primer trabajo en Página/30 en los 90. Fernández Díaz, cuando me fui de La Nación en 2009, después de trece años, se acercó y me dijo: ‘Lo que necesites, cuando lo necesites’. Y cumplió. Este premio está ligado a dos hombres que marcaron mi camino: uno que vio a una periodista en mí antes que yo misma; otro que, con más experiencia, me tendió una mano en un momento difícil”.
Y Guerriero cerró con una reflexión: “No sé si hice mucho por la libertad de expresión, pero intento contar historias sin simplificar, con matices y contradicciones. Ser fiel a una idea que sostengo desde que empecé: no se trata de llegar primero ni más rápido, sino de llegar mejor”.
Emocionadas. En representación de Jorge Lanata, sus hijas Bárbara y Lola –atentamente observadas por sus respectivas madres, Andrea Rodríguez y Sara Stewart Brown–, subieron al escenario para recibir el diploma que lo nombra académico honorario, de forma póstuma. “A él (Lanata), este reconocimiento le habría significado mucho, no solo por su carrera, sino porque siempre defendió la libertad de expresión. Para nosotras es una forma de seguir acompañándolo. Su voz sigue presente. Nos enseñó con su trabajo, que fue el motor de su vida. Papá vivía buscando proyectos, historias para contar y programas para hacer. Así fue hasta el final”, expresaron.
Objetivo, los medios. Por su parte, Jorge Fernández Díaz, miembro de la Academia Argentina de Letras, periodista y escritor, también fue reconocido con la Pluma de Honor 2025. Su libro más reciente, El secreto de Marcial, le valió el Premio Nadal, uno de los máximos galardones de la literatura en español.
En su discurso (ver texto completo en página 48), Fernández Díaz advirtió sobre los desafíos actuales de la prensa: “El periodismo está en la mira del poder. Hoy es acosado por quienes usan las redes y la tecnología para desacreditar a quienes no se alinean con el oficialismo que quiere domesticar nuestra profesión”.