OPINIóN
Efemérides 7 de junio

Ser periodista en el fast food cultural

“La profesión de periodista, lejos de volverse obsoleta, enfrenta una paradoja: nunca fue tan necesaria, pero nunca estuvo tan desdibujada”, dice la autora. A qué se refiere.

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Soñar con el fin del periodismo. Deseo de la ultraderecha empoderada con el triunfo de Trump. | cedoc

Se acerca el Día del Periodista y, una vez más, la efemérides se convierte en excusa para la reflexión. ¿Quién es periodista hoy? ¿Acaso cualquiera con un teléfono en la mano merece ese título? ¿Estamos asistiendo a la democratización de la palabra o a la disolución de un oficio?

Vivimos tiempos de hiperconectividad donde los datos abundan pero el sentido escasea. La información fluye sin pausa, pero ¿qué hacemos con ella? ¿Quién la ordena, la contrasta, la pone en contexto?

En mi opinión, la profesión de periodista, lejos de volverse obsoleta, enfrenta una paradoja: nunca fue tan necesaria, pero nunca estuvo tan desdibujada.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
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Los medios compiten ferozmente por la atención. El rating empuja a fórmulas cada vez más veloces, más simples, más vacías. La tiranía del tiempo impide desarrollar ideas, ahuyenta la pausa y privilegia el impacto. La lógica del scroll y del zapping obliga a simplificar hasta el absurdo.

Un Día del Periodista con poco que festejar

Entonces, ¿cómo narrar la complejidad del mundo en diez segundos o en un graph? ¿Cómo profundizar si el tiempo de pensar ya no cotiza? Vivimos en la era del fast food cultural, consumo veloz de contenidos predigeridos. El zócalo manda.

7 de junio: la historia menos contada del Día del Periodista

Se habla cada vez más de lo que sucede en las redes, como si ellas fueran un oráculo. Y como si todo esto fuera poco, los medios hablan de sí mismos más que nunca; narcisismo mediático que desplaza la mirada del mundo hacia el ombligo del propio medio.

Pero no todo está perdido. En medio de este torbellino, un periodista informado, curioso, ético, que chequea antes de hablar y revalida lo que escucha, sigue siendo indispensable.

Porque informar no es solo contar lo que pasa. Es tejer sentido en el caos, es ayudar a pensar, es garantizar el derecho a una mirada más amplia y más honesta.

Entonces, el desafío es proponer profundidad frente a la velocidad e inteligencia frente a la verborragia, porque el buen periodismo debe evolucionar a fuerza de rigor y compromiso.