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Hegemonía libertaria y control social

El tema Garrahan y la situación de la ciencia, las universidades y la investigación en general articulan el descontento social. “Mientras estas cuestiones de fondo continúen sin resolverse, no hay nada garantizado para nadie en octubre, mucho menos en septiembre”, dice el autor. Y analiza la crueldad creciente.

Javier Milei
Javier Milei | AFP

A partir del inesperado éxito electoral de LLA en la Ciudad de Buenos Aires se ha intentado instalar la idea de un dominio libertario absoluto del escenario político nacional. Pareciera que un destino irrevocable pintado de violeta se cierne sobre la sociedad argentina en su conjunto.

Sin embargo, el análisis reflexivo de esos y de otros resultados electorales que se vienen proyectando, como los de Santa Fe, Salta, Jujuy, San Luis y Chaco, ofrece un panorama diferente.

En ningún lugar el partido del presidente Javier Milei pudo construir una mayoría electoral, que en un sentido estricto implica el 50% +1 de los votos válidos, como lo hizo en 2023. En donde mejor le fue, en CABA, apenas superó el 30%. En Salta y Jujuy, 2 plazas fuertes del ex ista, obtuvo el 25%, con un pico en Salta Capital del 35%. En Santa fe, yendo solo, no cosechó ni el 15% y en Chaco tuvo que aliarse al gobernador radical para lograr algo aceptable.

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Como vemos, esos exiguos resultados no alcanzan para perfilar una hegemonía libertaria en el futuro argentino de mediano y largo plazo, como intenta imponer el gobierno. Es más una expresión de deseos que un dato concreto de la realidad.

Lo que indican los resultados es otra cosa: que ha logrado construir una primera minoría intensa, ubicada entre los 30 y los 35 puntos porcentuales, a la que debe alimentar, consolidar y fortalecer, en una palabra, fidelizar. Hacia ese sector van dirigidas la crueldad y el individualismo como estrategias de identificación política. Por eso, debe esperarse que lejos de detenerse, las provocaciones y degradaciones a los sectores vulnerables o representativos de los sectores populares, como los jubilados, los inmigrantes, los trabajadores de hospitales públicos, los periodistas, los organismos de derechos humanos, los científicos, los docentes, los artistas que no comulgan con sus ideas y otros tantos, vayan a profundizarse.

No alcanza para la hegemonía libertaria, pero explica los mecanismos ideológicos y culturales que utiliza el gobierno para ejercer su control con algún grado de éxito y consenso social activo.

El requisito principal de la hegemonía, la construcción de una mayoría electoral pero fundamentalmente política, que legitime las supuestas nuevas identidades, y formas de relacionarse, está lejos de lograrse.

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Ese rol legitimador, que en democracia está reservado para la mayoría, que son los sectores populares, no puede ser sustituido por una minoría electoral por más significativa e intensa que sea.

La otra situación, tal vez la más importante, que señalan los resultados de las elecciones realizadas hasta el momento, son los niveles históricos de abstención electoral. La bomba de indiferencia, en rigor, la extensión de la idea según la cual, las cuestiones políticas no impactan en la vida cotidiana de las personas y por eso no se movilizan a votar, es interpretado de forma incorrecta por el gobierno.

En la Casa Rosada relativizan este hecho interpretando que se trata de sectores que históricamente votan al peronismo, con lo cual, no tiene mayor importancia. Sin embargo, se trata de los mismos sectores que en 2023, abandonados en sus reclamos de mejoras en las condiciones materiales de vida por los partidos políticos tradicionales, incluido el peronismo, se volcaron en apoyo del libertario.

Hegemonía libertaria y control social

El presidente y sus asesores no terminan de comprender el fenómeno sociológico que los depositó en el poder: como ya señalamos en estas páginas, en los últimos 15 años, el lugar de la defensa de los intereses materiales de los sectores populares fue abandonado deliberadamente por la política tradicional y sustituido por la defensa de las identidades sectoriales. La trampa de la identidad terminó fagocitando la fragmentación del campo popular y multiplicando el descontento. Sobre ese caballo se montaría Milei en 2023.

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Pero mantener ese apoyo movilizado, implica responder positivamente a los reclamos de mejoramiento de las condiciones de esos sectores, cosa que no figura ni siquiera remotamente en la agenda del poder.

La reacción popular y las experiencias compartidas frente al despojo planificado e innecesario de instituciones de altísima estima y capital social como el Hospital Garrahan, que atiende a niños con gravísimos problemas de salud de forma gratuita y con altísima calidad médica, pueden servir como elementos articuladores de un nuevo descontento.

Mientras estas cuestiones de fondo continúen sin resolverse, no hay nada garantizado para nadie en octubre, mucho menos en septiembre, donde LLA se propone hacerle al peronismo de la Provincia de Buenos lo mismo que le hizo al PRO en CABA: ganarle en su propia cancha y eclipsar sus posibilidades para 2027.

*Sociólogo / Consultor