El siguiente artículo puede ser que se esté anticipando a los hechos, por ende, es altamente probable que pierda vigencia en el futuro. Sin embargo, considero que las preguntas que me surgieron no distan de tener importancia. Básicamente, el nudo central del análisis puede ser sintetizado de la siguiente forma: ¿los oficialismos provinciales lograrán resistir el fenómeno electoral libertario-nacional?
Por lo último entiendo la agenda que impulsa, desde la escena nacional, el gobierno de Javier Milei. Mi supuesto es que el éxito de las reformas estructurales, que el gobierno nacional pretende, debe verificarse a nivel subnacional. Traducido al vocabulario “tuitero” libertario: si Argentina quiere ser Irlanda, las provincias sí o sí deben querer serlo también.
Si lo anterior no ocurre, no sólo que habrá un problema lógico sino que la “resistencia” subnacional puede ser el iceberg del proyecto nacional. Para evitar esto podemos pensar, al menos, dos alternativas: 1. el gobierno nacional optará por una lógica de transacción / intercambio o 2. buscará proyectarse a nivel subnacional y, además, conseguir bancas legislativas correspondientes a dicha provincia.
El primer caso es lo más común en la historia reciente argentina. El oficialismo subnacional cuenta con cantidad de diputados y senadores nacionales. El gobierno nacional negocia con el gobernador, o con los legisladores directamente, para contar con esos votos en el Congreso. Esto sucede con mayor frecuencia bajo gobiernos nacionales en minoría en el Congreso.
El segundo caso es cuando el gobierno nacional se instala territorialmente en la provincia con el interés de ganar la gobernación y obtener bancas del Congreso de dicha provincia.
En los resultados de las elecciones legislativas de Jujuy y de Salta vemos que la segunda alternativa circula en algunas mentes de la Casa Rosada. En Salta la lista libertaria de diputados provinciales fue la más votada en números absolutos. En Jujuyla oferta libertaria de diputados provinciales fue la segunda más votada (menos de la mitad que la primera, pero casi el doble que la tercera). En ambos casos, vemos que el experimento libertario fue exitoso.
Extrapolar estos resultados no es recomendable, tampoco suponer que a partir de ahora hay una significación en la historia de estas provincias. Pero no olvidemos que los actores políticos observaron estos sucesos. Probablemente los dos gobernadores, de las provincias mencionadas, no se sienten con la misma seguridad que hace un año atrás. Sus monedas de intercambio pueden devaluarse e incluso perder sus propios puestos en el futuro.
Sin embargo, los arreglos institucionales hacen que los cambios sean graduales. Esto quiere decir que si, parafraseando a Marx, el fantasma libertario recorre las provincias de la Argentina, las elites provinciales intentarán resistir lo más posible. En otras palabras, harán que sus monedas de intercambio coticen mucho más hasta el punto de que el Congreso se vuelva una arena más tensa de la que ya es actualmente.
Sí puede contar con un tercio propio, lo suficiente para ratificar los DNU y vetos del Ejecutivo"
Difícilmente el gobierno nacional cuente con una mayoría sustancialmente propia luego de las elecciones de octubre. En cambio, sí puede contar con un tercio propio, lo cual le es suficiente para ratificar los DNU y vetos del Ejecutivo. Pero las reformas estructurales que el gobierno prometió no tendrán lugar en el bienio 2026-2027.
Y aquí surgen otras preguntas: ¿las expectativas se mantendrán tan altas a pesar de que los resultados tengan sabor a poco? ¿El “fantasma libertario” será una fiebre, pasajera como toda fiebre, o se consolidará en el electorado? ¿Seguirá el gobierno nacional contando con “puentes” sólo gracias a su política monetaria y disciplina fiscal? ¿Las elites provinciales continuarán comportándose como meras resistencias o intentarán coordinar fuerzas?
Sin embargo, en algunas provincias no sólo observamos que las elites provinciales están en jaque por el fantasma libertario sino también por facciones propias. El caso de CABA y PBA pueden dar fe de ello. Pero no dejemos de tener en cuenta que incluso el fantasma libertario carece de “unicidad”. En Salta y Jujuy fueron con una lista oficial, pero otras también se decían liberales o libertarios.
En San Luis dos listas “no oficiales” se disputaron la identidad violeta, y otras con otro color invocaban lo mismo. En CABA huboal menos cuatro listas (no todas competitivas) que decían hablar en la misma lengua. En Santa Fe ocurrió algo similar con los convencionales, y en PBA varios tienen hambre de ser representantes del Pueblo.
Quizás no hay vacío de poder, pero sí una fragmentación típica (¿luego?) de una crisis. Por suerte, una vez más, la sociedad argentina ha elegido transitarla dentro de los márgenes democráticos.