“Cada vez que le pregunto a una mujer quién ha sido su referente femenino, recibo una respuesta que me deja pensando: ‘¿Tiene que ser mujer? Porque, la verdad, el primero que se me viene a la cabeza es un hombre’”, comenta a PERFIL Natalia Jasin, directora y fundadora de una empresa que se dedica al diseño e implementación de programas de educación tecnológica destinados a cerrar brechas.
Y agrega que esa respuesta, “tan simple como reveladora, expone una realidad profunda: la falta de modelos femeninos visibles en los espacios de liderazgo, tecnología y negocios. No es que no existan mujeres increíbles, es que no están lo suficientemente presentes, representadas ni celebradas. Y cuando no vemos mujeres ocupando esos lugares, se vuelve más difícil imaginarnos ahí”.
De acuerdo con la Unesco, las mujeres representan solo el 35% de los estudiantes en carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés) aunque, según ONU Mujeres, América Latina y el Caribe es una de las regiones que ha alcanzado cierta paridad en la proporción de hombres y mujeres investigadores: el 45% del total son mujeres. Sin embargo, señalan, “aún se encuentran subrepresentadas en los niveles más altos de las carreras profesionales y continúan siendo una minoría en muchos campos de las STEM”.
Las mujeres, cada vez más protagonistas en inversiones de riesgo del mundo financiero
En áreas emergentes como inteligencia artificial y ciencia de datos, detalla Jasin, “menos del 32,4% ocupa puestos especializados”. A nivel personal, y como directora de una empresa dedicada a la tecnología, subraya que “en el ecosistema emprendedor la brecha de género no solo persiste: se hace evidente cada vez que entro a una sala y sigo siendo la única mujer”. Y agrega que, “a pesar de los discursos sobre diversidad e inclusión, los números siguen hablando por sí solos: en América Latina, menos del 6% del capital de riesgo se destina a startups lideradas por mujeres”.
Jasin explica que “muchos de los tomadores de decisiones en fondos de inversión expresan un fuerte interés por apoyar emprendimientos más diversos, pero, al momento de invertir, sus acciones no reflejan ese compromiso. Quieren transformación, pero sin desafiar las reglas del juego. Y sin inversión estratégica para hackear el sistema desde adentro, el cambio real sigue siendo una promesa lejana”.
Desde que fundó su compañía, Bounty Edtech, se encontró con espacios en donde la mayoría son hombres, “y donde muchas veces tuve que explicar por qué lo que proponíamos —usar la tecnología para cerrar brechas educativas y de género— no solo era relevante, sino urgente”.
Aun así, considera, algo está cambiando. “Cada vez somos más las mujeres que lideramos, que fundamos, que innovamos. Hoy existen comunidades poderosas como Women in Tech, Tribu Tech Latam Mujeres en Tecnología, o Emprendedoras LAC, que no solo acompañan, sino que amplifican. También vemos un crecimiento sostenido de la participación femenina en sectores históricamente masculinizados como Fintech o las ciencias duras. Y eso importa. Porque cuando una mujer avanza, no lo hace sola: abre camino para muchas más”.
Menos del 6% del capital de riesgo se destina a startups de mujeres en Latinoamérica
Para contribuir con esa tendencia, Jasin comenta que desde su espacio se llevan adelante proyectos como “Mil Mujeres en Inteligencia Artificial” (de formación en IA y del que participaron 35.000 mujeres), “Niñas y Matemáticas” (que busca despertar la curiosidad, confianza y pensamiento lógico en niñas desde edades tempranas), “GameON” (que promueve la participación de mujeres en el desarrollo de videojuegos), “Fortalecimiento de redes estratégicas” (un programa de colaboración con los sectores público y privado para ampliar el de las mujeres a la formación en IA), “Apoyo a emprendedoras tecnológicas” (para ayudar a startups lideradas por mujeres), y “Aceleradora de Talento Docente” (un programa de formación para docentes sobre el uso de la IA en sus trabajos).
Para acercarse a la equidad, finaliza Jasin, la formación en inteligencia artificial, automatización y análisis de datos, en modelos de negocio y estrategias de inversión; y generar una red de os con referentes, inversores y líderes del sector, son fundamentales.
“Yo quiero que cada mujer pueda mirar hacia adentro y reconectarse con su potencial. Que se sienta libre de sacar su mejor versión, con autenticidad, sin disfraces. Que podamos hablar de plata, de negocios, de liderazgo, sin tapujos y sin pedir permiso”, sintetizó.