Greenpeace denuncia que, en las últimas tres décadas, se perdieron 7 millones de hectáreas de bosques nativos por desmontes e incendios en Argentina. La organización ambientalista llama a restaurar los ecosistemas y detener la destrucción para garantizar un futuro “habitable”.
En el Día Mundial del Ambiente, establecido el 5 de junio por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1972, la asociación civil advierte sobre las consecuencias de la deforestación en el territorio nacional, en el contexto de cambio climático.
“La naturaleza está enviando señales claras. La pérdida de bosques, humedales y glaciares; la extinción acelerada de especies; los incendios forestales y el avance sin freno de actividades extractivas están poniendo en riesgo no solo el equilibrio ecológico del planeta, sino también la calidad de vida de las personas”, señala en un comunicado.

De acuerdo a Greenpeace, la pérdida de bosques nativos son consecuencia del desmonte, pero también de incendios originados por personas, fenómeno que en los últimos años se repitió con mayor intensidad y frecuencia. Sin ir más lejos, este verano se perdieron alrededor de 32.000 hectáreas en Chubut, Río Negro y Neuquén por el fuego.
La asociación destaca que Argentina es uno de los países más biodiversos de América Latina y que sus bosques, humedales, océanos y glaciares cumplen funciones clave: regulan el clima, abastecen de agua dulce, conservan los suelos, son hogar de miles de especies y sostienen formas de vida y de producción locales. Sin embargo, advierte que estos ecosistemas están siendo degradados a un ritmo alarmante.
“Cada día que pasa sin medidas concretas es una oportunidad perdida para proteger el ambiente en todas sus formas. Restaurar y conservar nuestros ecosistemas es esencial para garantizar agua, aire limpio y alimento para las generaciones presentes y futuras”, afirma Agostina Rossi Serra, especialista en biodiversidad de Greenpeace Argentina.

Los desmontes tienen consecuencias directas sobre el cambio climático. “Alrededor del 38% de las emisiones de gases de efecto invernadero del país provienen de la deforestación, la ganadería y la agricultura”, señala Greenpeace, y agrega: “Esto demuestra que la lucha contra el cambio climático no puede pensarse sin una fuerte política de conservación de la naturaleza”.
La deforestación y la extinción del yaguareté
Otras de las consecuencias de la deforestación es la pérdida de la biodiversidad. En nuestro territorio uno de los síntomas más resonantes de esa problemática es el riesgo de extinción del yaguareté, especie de la que sólo sobreviven 20 ejemplares en el Chaco.
“Hoy, más de un millón de especies están en riesgo de extinción a nivel global, según estimaciones de la comunidad científica internacional”, indica Greenpeace.
“En Argentina, animales emblemáticos como el yaguareté —que necesita grandes extensiones de bosque continuo para sobrevivir— están desapareciendo junto con su hábitat, principalmente en la región chaqueña donde se estima quedan menos de 20 ejemplares. El retroceso de esta especie es un símbolo del impacto que las actividades humanas tienen sobre los equilibrios naturales”, aseguran.
A pesar del escenario alarmante, Greenpeace señala que existe un halo de esperanza. “Cada vez más comunidades se organizan para defender sus territorios, se consolidan redes de restauración ecológica y se multiplican los proyectos que revalorizan el vínculo con la tierra y los saberes locales. La naturaleza tiene una enorme capacidad de regeneración, pero necesita tiempo, protección y políticas públicas eficaces que acompañen su recuperación”, sostienen.
LM/ML