En Brasil, la tristeza no tiene fin y las lluvias parece que tampoco. Provocaron que el caudal de los ríos vuelva a subir en el sur del país.
Al desborde del río Taquari se sumaron los deslizamientos de tierra que arrasaron con todo lo que tenían a su paso. La devastación es total en la localidad de Mucun.
Las inundaciones afectan a casi dos millones de personas. La cifra de muertos creció a 140, cientos de heridos y desaparecidos y miles tuvieron que abandonar sus casas.
En la capital de Rio Grande do Sul se impuso una mirada que no protege al medioambiente, como en otras grandes urbes de Latinoamérica, según los especialistas.
Ganaron las leyes del mercado inmobiliario, tan depredador como los que deforestan a diario la Amazonía, comentaron. Suman la ausencia de políticas contra el cambio climático, y la corriente de El Niño.
Esto provoca la otra cara del drama. El abandono de mascotas o aquellas que huyen desesperadas. Los veterinarios y voluntarios trabajan en refugios improvisados para salvar caballos y perros algunos enfermos y a todos los castiga el hambre. Las lluvias no cesan y es la peor amenaza.