Luego de que se conociera que Robert Francis Prevost es el nuevo Papa, trascendió que el actual pontífice realizó distintas visitas al país a principio de los 2000 y poco antes de que Francisco fuera nombrado pontífice. Uno de esos episodios ocurrió hace más de una década, cuando León XIV era superior general de la orden de los agustinos y residía en Perú, donde fue obispo de Chiclayo.
“Yo fui culpable de que viniera a la Argentina”, contó entre risas monseñor Alberto Bochatey en diálogo con Cadena 3. El 9 de marzo de 2013 fue su ordenación como obispo auxiliar de La Plata. Entre los cocelebrantes que participaron de la misa en la catedral estaba Prevost. En esa oportunidad, pasó por la catedral platense y por el colegio de San Agustín, en Las Heras y Austria, donde ofició una misa con Bochatey.
Prevost había sido invitado especialmente por el monseñor, con quien compartía una larga relación de amistad dentro de la congregación, al punto de considerarlo un "hermano", ya que ambos habían estudiado juntos en Roma. “Hasta hace poco, cuando terminaba de trabajar en el Vaticano, comía en la comunidad agustina y hasta ayudaba a levantar la mesa”, relató el obispo.
Aquella misa que trajo al actual Papa a la Argentina, celebrada por monseñor Héctor Aguer, tuvo lugar apenas cuatro días antes de que Jorge Bergoglio fuera elegido pontífice en el cónclave de 2013. Además de Prevost, participaron el nuncio apostólico Emil Paul Tscherrig, 38 arzobispos y obispos de distintas diócesis del país y de América Latina, y unos 140 sacerdotes diocesanos y religiosos. En las fotos del evento, el hoy pontífice aparece siempre a la derecha de Bochatey durante la celebración litúrgica.
Durante la ceremonia, el nuevo obispo expresó su profesión de fe y realizó las promesas correspondientes al ministerio episcopal. La asamblea, de rodillas, entonó las letanías de los santos mientras los obispos presentes imponían sus manos sobre el elegido y el consagrante colocaba los Evangelios sobre su cabeza, en una escena de profunda significación en la que también estuvo presente Prevost.
La amistad entre Robert Prevost y Jorge Bergoglio
Otro de los detalles de los que habló Bochatey fue sobre la amistad de León XIV con Francisco, la cual se remonta a antes de que el argentino fuera pontífice. “Francisco le tenía un gran aprecio, supo reconocer su valor y le confió responsabilidades de peso”, recordó el monseñor.
De hecho, el primer encuentro entre ambos se dio en una visita anterior de Prevost a Buenos Aires, en 2004, cuando participó de la inauguración de la Biblioteca Agustiniana, en Villa Pueyrredón. En ese viaje, el entonces cardenal Bergoglio celebró la misa de clausura del Congreso Agustiniano de Teología, en el que Prevost tuvo un rol destacado. Entre otras autoridades de la Iglesia argentina lo acompañó el monseñor Mario Poli, que años después sería designado arzobispo de Buenos Aires.
Durante ese viaje, el estadounidense también participó del Congreso Agustiniano de Teología, cuya misa de clausura fue celebrada por Bergoglio, que se llevó a cabo entre el 26 y 28 de agosto de ese año, en la iglesia de San Agustín y la Biblioteca Agustiniana. Durante esos días, el congreso, que fue inaugurado por el monseñor Estanislao Karlic, reunió a especialistas de distintas partes del mundo, incluyendo a Vittorino Grossi y Robert Dorado (Roma), Luis Marín (Madrid) y Rafael de la Torre (San Pablo).
Los expositores abordaron la figura del santo como uno de los padres de la Iglesia, así como su rol como doctor de la gracia y de la teología. Sumado a esto, examinaron en profundidad su pensamiento y espiritualidad, así como su influencia en la poesía española, la filosofía y los textos catequéticos.
Prevost llegó desde Perú y cerró la segunda jornada con una presentación titulada “Los agustinos y el estudio de la patrología”. Su intervención culminó con una reflexión que anticipa, en parte, su visión eclesial: “Es nuestra esperanza que a todos ustedes, y en toda la Iglesia, podamos lograr incentivar un estudio siempre más completo de san Agustín y de los Padres, y que este servicio sirva para ayudar a la Iglesia en su misión de ser ‘sal de la tierra’ y ‘luz del mundo’, promoviendo diálogo y apertura, comunión, y una auténtica santidad”.
Asimismo, Bochatey describió al nuevo Papa como “un hombre de carne y hueso”, “honesto, sin dobleces, y un gran amigo”. También reveló aspectos más íntimos de su personalidad: “Le encanta manejar autos, jugar al ping-pong y compartir una pizza. Es muy afable, sabe escuchar, pero siempre vuelve a lo profundo, no es superficial”.
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