El ex asesor en comunicación de Javier Milei, Augusto Grinner, cuestionó las estrategias que usa el gobierno para instalar “barbaridades” en redes sociales y aseguró que el presidente usa a influencers para que digan determinadas cosas y luego poder compartirlas. “Una cuenta con muchos seguidores puede ser peligrosa, si se usa indebidamente, dijo en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3).
Augusto Grinner es un comunicador liberal y fue uno de los primeros asesores de comunicaciones de Javier Milei. Es consultor en Republicana equipo de comunicación y se autoproclama en las redes sociales como el “gorilón supremo”.
Creo que vos sos una especie de piedra Rosetta que podría ayudar a la Justicia, a los legisladores, a comprender lo que podría llamar el torcimiento del Código Penal. Digo yo, porque los periodistas siempre fuimos responsables de reproducir calumnias, injurias... pero a partir de las redes sociales y las cuentas anónimas, y fundamentalmente una palabra clave que se llama "RT", retuitear, se pueden difundir calumnias, injurias, sin ninguna responsabilidad jurídica.
Escuchábamos ayer una grabación que nos enviaste a la producción, explicando que Javier Milei incluso le dictaba a algunos de los tuiteros libertarios exactamente qué debían escribir, para luego él hacer un retuit. Así que me gustaría que compartieras con nuestra audiencia, más en profundidad, tu propia experiencia personal a lo largo del tiempo.
Sí, es algo que tuiteé la vez pasada, porque yo ya sabía que iban a salir a despegarse, diciendo "esas son cuentas que no tienen nada que ver con nosotros", más allá de que hay algunos que son funcionarios, que tienen cargos.
Por ejemplo, hay uno que está en la denuncia del PRO, que se llama El Pit, Pedro María Lantaron, que tiene un cargo en el INCAA. Así que encima hay gente que tiene cargos, así que tampoco se pueden despegar y desligar.
Pero suponía que iba a pasar esto. Dicen: “yo no lo digo, sino que mando a otro a decirlo, y yo simplemente lo replico”. No lo estoy diciendo yo, lo estoy replicando, y le estoy ayudando a que tenga alcance.
En el caso de Parisini, el Gordo Dan, que no tiene un cargo formal, por más que haya sospechas de que cobre de los gastos reservados de la SIDE, puede difundir y le dan rosca. Y va Milei, está en su programa durante cinco o seis horas hablando, también va Bullrich, van todos a ayudarlo a tener difusión para poder después ser la punta de lanza que dice cualquier barbaridad.
Y la estrategia que tienen en Twitter es lo que yo llamo el “si pasa, pasa”. Entonces, yo te digo una barbaridad. Si te cae bien la barbaridad que estoy diciendo, excelente. Si no te cae bien, era una broma. Es el código que se maneja ahora en Twitter: es bait, como si fuera una carnada. Es como que te lo estoy diciendo para que vos caigas. Era un chiste, era una broma, no te enojes. Pero si estás de acuerdo con la barbaridad que dije, excelente.
Y esto es lo que pasó el otro día con los vídeos de inteligencia artificial. Hay muchos que se preguntaban en Twitter “¿quién se come eso de la inteligencia artificial?”. Y, la gente que generalmente vota al PRO, por ejemplo. Es gente que tiene más de 40, más de 50. Ve eso y no le parece súper obvio.
Si yo se lo muestro a mi abuela o a mi madre van a pensar que es real, probablemente. Así que lo publican así para ver si entra. Y si no entra, era un chiste.
Por experiencia de años en el periodismo, el tema de la responsabilidad sobre las palabras es algo que los periodistas hemos ido aprendiendo en el cuerpo mismo. Porque incluso en una época, no hace tanto, estaba penado hasta con pena de prisión de hasta 3 años.
Entonces había distintos argumentos. Por ejemplo, en la época de la dictadura, las revistas de humor, no solamente en la Argentina, sino también en Brasil había otra revista muy parecida, usaban una figura jurídica que los abogados utilizaban, que era el animus iocandi. Y se lo ponía así, en esos términos exactamente. Decía: “Bueno, pero era una broma”.
Yo lo que veo por parte de los libertarios es que hay tres tácticas. Una de ellas es el RT: yo retuiteo a un tercero, la responsabilidad no es mía. La utilización era desprestigiar a adversarios, en su momento podrían ser otros istas.
Yo te hago criticar por un tercero, y como yo tengo visibilidad, le doy visibilidad a lo de ese tercero. Que es casualmente lo que la ley pena en el caso del periodismo. Porque, por ejemplo, si en una carta de lectores que sale en el diario La Nación alguien pone un insulto, no es lo mismo que lo diga esa persona sola, porque La Nación llega a una enorme cantidad de gente. La ley pena por reproducir la calumnia, porque se supone que quien tiene capacidad de reproducir, aumenta el daño de ese insulto o de esa injuria.
Te quiero agregar una cosa. Porque esto que estás diciendo va a tono con lo que sucede también en las redes sociales. Vos, si tenés una cuenta en redes sociales que llega a muchas personas, probablemente desde Instagram, Facebook, Twitter, te llegue un pedido de que tengas doble verificación. Porque tenés una cuenta que potencialmente puede llegar a muchas personas, por lo cual esa cuenta puede ser peligrosa si se usa indebidamente. Entonces te lo reconocen las propias redes sociales: “Vos tenés mucho alcance, así que te piden que esté bien cuidado y que no te la hackeen”. O sea, digo, lo tienen en cuenta Meta y demás.
A eso mismo me refería, entonces el equivalente a un medio de comunicación que propala a mucha gente, sería que alguien que tiene investidura, el presidente, por ejemplo, le da visibilidad a millones de personas. Y por lo tanto, aquello que hubiera llegado solo a los vecinos de esa persona, termina llegando a un millón.
Otra de las técnicas, ya directamente propia de las lógicas de falta de regulación jurídica de las redes sociales, es: creo una cuenta, y le digo a todo el mundo que es mía, pero no, no soy yo. Que sería el caso, por ejemplo, de Santiago Caputo, con alguna de las cuentas que se le asignan a él. Entonces puedo decir cualquier cosa como yo, pero no soy yo. Esto es algo que, por ejemplo, los medios de comunicación tradicionales nunca hubieran podido hacer.
Y la tercera es el animus iocandi llevado ya al paroxismo. La hipérbole del animus iocandi: “Ah, no, era una broma. ¿Quién se lo puede confundir?”.
En la ecuación de estas tres técnicas, finalmente lo que configura es un nuevo sistema jurídico-legal que hace que no haya ninguna responsabilidad por las palabras emitidas. Lo que hasta ahora, y esto viene desde el Derecho Romano, es decir, de hace 2.000 años, era una lógica de que uno tenía libertad de expresión, podía decir lo que quisiera, no había censura, pero era responsable luego de lo que decía.
Aquí no solamente hay libertad de expresión, lo que está muy bien, sino que no hay responsabilidad por lo que las personas digan.
Claro, sí, sí. Siempre va a estar la libertad de expresión. Uno es libre de decir lo que quiera. Después te tenés que atener a las consecuencias. Si vos amenazás a alguien, vas a poder amenazarlo. Después te va a caer una demanda por amenazarlo, evidentemente. O calumniarlo, lo que sea.
También sucede obviamente que, con el tema de las calumnias, las injurias y demás, es que el Código Penal te dice que si es un caso de interés público, no aplica.
Por ejemplo, en C5N han salido a decir cualquier barbaridad sobre mí en 2022. También sobre Danann y el Presto. Pero ¿qué vas a denunciar? Si somos personas de interés público. Cualquiera que más o menos sea conocido ya entra como interés público. Así que las calumnias también tienen eso, que medio habilita a que se pueda decir cualquier cosa.
Yo lo que entiendo del gobierno y de Milei, en general es que se quejan cuando hay algo que evidentemente es una mentira. El tema es cuando no es tan evidente. ¿Y quién determina que es una mentira y qué no? ¿El Ministerio de la Verdad, como en la obra de 1984? Entonces, ¿quién va a determinar eso, como para que vos digas que alguien te está calumniando simplemente porque no estás de acuerdo con lo que está diciendo?
Claro, pero es que el interés público elimina que no haya calumnias o injurias. Porque si hay real malicia, por más interés público que haya, yo puedo decir “hay interés público alrededor del presidente”, entonces puedo decir cualquier cosa del presidente. No.
El interés público habilita a que pueda haber temas de lo que sería la esfera privada de alguien que puedan ser de interés público. Pero no quiere decir que que yo pueda decir cualquier cosa con el solo hecho de que sea de interés público.
Si es de interés público, tengo que decir la verdad. Y si me equivoco, tengo que demostrar que no lo hice intencionalmente. Porque puedo equivocarme, inclusive, pero en ese caso tengo que disculparme y tengo que demostrar que no había real malicia, es decir, que yo no sabía que eso que estaba diciendo era un error.
Porque si no, no es una equivocación: es una mentira. Bueno, todas estas pequeñas diferencias, lo que la tecnología hoy, el uso todavía no regulado hace, es confundir todo y mezclar los grises. Un placer y te vamos a seguir consultando.
Dale, te agradezco.
MC