Este miércoles el Secretario de Defensa norteamericano, Pete Hegseth, aceptó el regalo ofrecido por Qatar hacia Estados Unidos. Se trata de un lujoso Boeing 747, valorado en unos 400 millones de dólares, para ser utilizado por Donald Trump con fines presidenciales. Además, sustituirá temporalmente al actual avión presidencial, el Air Force One.
Sean Parnell, el portavoz del Pentágono declaró que el departamento “trabajará para garantizar las medidas de seguridad adecuadas para el uso del presidente”. En este sentido, el avión fue aceptado bajo “todas las normas y regulaciones federales”.
Trump fue consultado sobre la medida, mientras recibía en una reunión al presidente de Sudáfrica y expresó “Creo que es un gran gesto de Qatar. Lo aprecio mucho”. El mandatario defendió el regalo como una forma de ahorrar dinero de los contribuyentes al publicar en sus redes sociales: “¿Porque debería nuestro ejército, y por lo tanto nuestros contribuyentes, verse obligados a pagar cientos de millones de dólares cuando pueden obtenerlo gratis?”.
Sin embargo, el regalo despertó enormes cuestiones de constitucionalidad, de seguridad y éticas. Un líder demócrata calificó tal envío de “pura corrupción”. Los expertos advirtieron sobre la inseguridad que representa que una potencia extranjera done un avión de tal magnitud por motivos de espionaje o vigilancia.
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La Constitución norteamericana prohíbe a los funcionarios aceptar regalos “de un rey, príncipe o Estado extranjero”. Pero para el presidente “sería estúpido rechazar la cortesía” y lo definió como “El palacio en el cielo”. Durante su primer mandato, Trump intentó modernizar el Air Force One de 35 años, pero tuvo restricciones presupuestarias y demoras.
El avión cuenta con una master suite, dos baños completos con duchas, nueve baños adicionales, cinco cocinas, una oficina privada y cinco salas de reuniones. Presenta un interior decorado por rios de madera de sicomoro y acapu, alfombras de lujo Tai Ping y numerosas obras de arte.
Los desafíos técnicos
Más allá de las preocupaciones legales y de espionaje, adaptar un 747 extranjero para su uso presenta varios desafíos técnicos. En principio, la aeronave tendría que ser habilitada para reabastecimiento en vuelo y equipada con un avanzado sistema de comunicación y seguridad, algo que tomaría hasta al menos 2030, según analistas.
El avión necesitaría potencia adicional para operar sus nuevos sistemas, y su interior podría ser reorganizado. Probablemente, las salas de reuniones no tienen cabina de prensa. Así, Mark Cancian, asesor principal del Departamento de Defensa, señaló que los costos de una adaptación de tal magnitud podría ascender fácilmente a 1.000.000.000 millones de dólares.
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