Amplio e interminable debate en Italia acerca del título que el sello Adelphi decidió asignarle a una conocida novela de Philip Roth. La novela se presentó en el Salón del Libro de Turín, pero el acalorado debate no se agotó allí y continúa.
La cosa es así: Portnoy’s Complaint es una de las novelas más conocidas de Philip Roth, escritor estadounidense de quien, lamentablemente, no se pudo contar con su opinión, porque falleció en 2018. La traducción literal del título, adoptada por el sello que hasta ahora había publicado las obras de Roth, Einaudi, pero también en español por los distintos sellos que a lo largo de los años la fueron publicando, obedeciendo a una versión literal, era El lamento de Portnoy (exceptuando Seix Barral, que en 2007 decidió llamarla El mal de Portnoy, pero eso no originó en el mundo hispanohablante debate alguno). El sello Adelphi decidió simplificarlo drásticamente, y llamar a la novela simplemente Portnoy (que es el apellido del protagonista, Alexander Portnoy). Roth es un escritor con demasiados apasionados esparcidos por el mundo, pero al parecer nadie imaginaba que tuviera tantos apasionados en Italia: y a ellos la decisión les pareció desastrosa.
Adelphi había anunciado el cambio de título en abril, pero lo que desató el debate fue una entrevista publicada en el suplemento La Lettura, del diario milanés Corriere della Sera, al traductor, Matteo Codignola, el responsable (en este caso, no siempre el traductor decide esas cosas) de la elección del nuevo título.
Codignola apela a la polisemia de la palabra inglesa complaint, que como cualquier palabra significa varias cosas: “una solemne lírica en honor a un amor no correspondido o perdido; cierto tipo de trastorno de personalidad; la citación a un juicio; y luego, sí, también el lamento del amigo a quien se invita con un whisky y cuenta cómo su mujer se obstina en serle obstinadamente infiel”. Según Codignola, el viejo título solo resaltaba este último significado, y por lo tanto terminaba por “meter el título en una camisa de fuerza”.
En esa entrevista, Codignola dice que el debate era previsible, pero al parecer es el único que lo predijo: como cualquier hombre de letras, conoce el comportamiento devocional que provocan ciertos autores, Roth especialmente, que hace que los lectores se sientan al mismo tiempos custodios del autor que aman.
Otro escritor, siempre en la nota de La Lettura, opina de otro modo: Emanuele Trevi critica la elección de Codignola, definiéndola como “insensata”. “Sería como traducir las Elegías de Duino, de Rainer Maria Rilke, y luego titularlas Duino: todo se puede hacer, ¿pero qué sentido tiene?”. Según Trevi, no citar la palabra “lamento” en el título no respetaría la elección del propio Roth, que tiene un significado esencial: de hecho, Portnoy no hace más que lamentarse en toda la novela.
Bajo la forma de una larga sesión psicoanalítica, Portnoy habla de su malestar existencial, refiriéndose a la frustración que siente respecto a su familia, la rigidez de su educación judía y las dificultadas ligadas a su sexualidad y sus deseos reprimidos. La tendencia a lamentarse es una característica esencial del personaje, algo de lo que, por otra parte, es plenamente consciente: “No hago más que lamentarme”, dice en un momento, “me repugna prácticamente todo”.
Naturalmente, el debate se extendió a las redes. Algunos tildan la decisión de Adelphi (es decir de Codignola) de una lisa y llana estupidez; otros, de un modo como cualquier otro de llamar la atención, volviendo a las nuevas traducciones de los libros de Roth fácilmente reconocibles.
Pero a pesar de todo ese ruido, el propio Trevi dijo maravillas de la traducción de Codignola, a la que calificó de “eficacísima”.