COLUMNISTAS
aciertos

Pescados

En una pecera como la de la pescadita del Pinocho de Disney, mi amiga Cati tenía un pescado de color marrón y formas prehistóricas. Piadosa, quiso alegrar el cautiverio decorando el pequeño hábitat subacuático con plantitas artificiales, una pequeña gruta de plástico símil roca y un diminuto buzo de plástico con microescafandra de metal, pero el pobre bicho comenzó a nadar para atrás. El veterinario dijo que la maniobra no había reportado alegría sino confusión y que el nado en reversa tenía que ver con buscar refugio. Al ver tantas producciones saturadas de subtramas absurdas circulando por Amazon o Netflix, también reacciono yendo hacia atrás. Pero no todo tiempo pasado fue mejor. Rellenar una historia con intrigas y personajes forzados para cumplir con un formato es y fue moneda corriente.

A fines de los 70 y principios de los 80, grandes estrellas de las décadas precedentes, de Robert Mitchum a Bette Davis, aceptaban participar de películas clase Z con tal de seguir trabajando. Protagonizada por Tony Curtis, The Manitou es un ejemplo ilustre. Basta consignar la trama principal en la que Susan Strasberg tiene encapsulado, en la parte posterior del cuello, al feto de un monstruo. Pero el problema no es lo bizarro –al contrario– sino el de buena parte del entretenimiento contemporáneo: atiborrar la trama de ítems innecesarios, como Cati con la pecera. Si no se es un maestro del guión, e incluso así, asumir el riesgo de dilatar o agrandar algo que no da para tanto, termina en derrota.

En un mundo bello e ideal, la industria tendría que haber evolucionado hasta subordinarse a los tiempos de autores e historias. Pero en este mundo, las viejas taras siguen en vigor, perfeccionándose en su estulticia. Por suerte, aparecen excepciones, buenas series o películas que saben lo que hacen, que cumplen con el objetivo de atrapar al espectador sin trampas y que, al final, son las únicas que se recuerdan. Con ellas que justificamos la existencia de tantos otros productos insípidos con los que ¡también nosotros! rellenamos la oquedad de nuestros días, olvidando nuestro propio cautiverio.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite