Fallece el fisicoculturista brasileño Matheus Pavlak a los 19 años por paro cardiorrespiratorio. El fisicoculturista checo Illia Golem pierde la vida a los 36 años debido a un infarto, en medio de una dieta extrema de 16.000 calorías diarias. Muere el estadounidense Rich Piana a los 46 años tras dos semanas en coma inducido, con 20 frascos de esteroides hallados en su hogar. Todos estos casos prenden las alarmas en el mundo del deporte y plantean una pregunta común: ¿por qué fallecen jóvenes los fisicoculturistas? Un reciente estudio podría tener la respuesta.
La muerte cardíaca súbita representa una proporción inusualmente alta de fallecimientos entre fisicoculturistas masculinos a nivel mundial. Así concluye un nuevo estudio publicado en el European Heart Journal, que alerta sobre los riesgos cardíacos asociados a esta disciplina. Aunque este tipo de muerte es poco frecuente en personas jóvenes y aparentemente sanas, suele estar relacionada con afecciones cardíacas subyacentes y puede producirse de forma inesperada y sin síntomas previos.

El estudio fue liderado por Marco Vecchiato, médico deportivo y especialista en ejercicio de la Universidad de Padua. “He tenido la oportunidad de conocer de cerca el mundo del culturismo, lo que me permitió apreciar no sólo sus aspectos positivos, como la disciplina y el cuidado físico, sino también sus riesgos inherentes”, señaló. Vecchiato y su equipo identificaron 20.286 culturistas masculinos que compitieron al menos una vez entre 2005 y 2020 en eventos de la Federación Internacional de Fitness y Culturismo.
Los investigadores rastrearon muertes entre estos competidores mediante una búsqueda exhaustiva en medios, redes sociales, foros especializados y blogs, en cinco idiomas distintos. De los 121 fallecimientos documentados, la edad promedio fue de 45 años y el 38% de los casos correspondió a muertes súbitas cardíacas. El riesgo fue cinco veces mayor entre los profesionales que entre los amateurs. Las autopsias disponibles revelaron hallazgos recurrentes como agrandamiento del corazón, enfermedades coronarias y, en algunos casos, abuso de esteroides anabólicos.

“El riesgo de muerte entre culturistas es considerablemente alto”, advierte Vecchiato. “Los atletas profesionales mostraron una incidencia significativamente mayor de muerte súbita cardíaca, lo que sugiere que el nivel de competición podría influir directamente en este riesgo”. El estudio apunta a que no solo el esfuerzo físico extremo incide en la salud, sino también las prácticas habituales del ambiente competitivo, como dietas extremas, deshidratación rápida y uso de sustancias para potenciar el rendimiento.
Estas exigencias, sumadas a la presión por alcanzar cuerpos cada vez más extremos, pueden provocar un daño progresivo al sistema cardiovascular. El culturismo profesional, por su intensidad y duración en el tiempo, expone a los atletas a un riesgo mayor.
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¿Qué recomiendan los expertos?
Según explican, esforzarse por alcanzar la excelencia física puede ser beneficioso, siempre y cuando esa búsqueda no se convierta en una transformación corporal extrema a cualquier precio. Es ahí cuando los riesgos para la salud aumentan considerablemente. Según el informe del European Heart Journal, la disciplina requiere una revisión urgente de sus prácticas y valores, con mayor supervisión médica y una cultura que desaliente el uso de sustancias para mejorar el rendimiento.

El estudio llama a implementar controles médicos más estrictos, educación sobre los efectos adversos del dopaje y una vigilancia específica para atletas de esta disciplina. También insta a los profesionales de la salud a detectar proactivamente signos de riesgo cardiovascular incluso en deportistas jóvenes, y a los responsables políticos a adoptar un enfoque más preventivo. En definitiva, manifiestan que el fisicoculturismo necesita un cambio de rumbo: uno que priorice la salud sobre la estética y el rendimiento a cualquier costo.
TC/EM