Después de gobernarla desde hace 18 años, el PRO sufrió la primera derrota en la Ciudad de Buenos Aires y el verdugo no fue el adversario tradicional, el kirchnerismo, sino el oficialismo de ultraderecha. Silvia Lospennato, la candidata del partido de Mauricio Macri, consiguió apenas arañar el 16% de los votos mientras en los dos primeros puestos se ubicaron el vocero presidencial Manuel Adorni, de La Libertad Avanza (30,1%), y el exradical Leandro Santoro, representante de Es ahora Buenos Aires (27,3), quien conservó la cifra a la que el peronismo en cualquiera de sus variantes está acostumbrado en la Ciudad.
Para los amarillos solo hubo malas noticias que se sintetizan en resultados de pura insatisfacción. Más allá del triunfo del mileísmo, la lista del exjefe de Gobierno de CABA y uno de los líderes históricos del PRO, Horacio Rodríguez Larreta, logró quedarse con el 8% de los votos y acumular así tres bancas flamantes para su lista Volvamos Buenos Aires. Una de las lecturas de la derrota vincula la mala performance del PRO a la decepción de los habitantes de la Ciudad con el gobierno de Jorge Macri. Otra lectura sugiere que el desdoblamiento de la elección fue una pésima decisión. La alta abstención también fue una jugada en contra.
El magro resultado obtenido le permitió al PRO ganar solo 5 bancas de las 6 que debía renovar (eran 30 que había en juego), mientras La Libertad Avanza se alzó con 11, el doble de las que estaba renovando en la jornada.
Muy temprano, en cuanto se conocieron los primeros resultados, Lospennato (diputada nacional por el PRO hasta las elecciones de octubre y figura principal del frustrado proyecto de Ficha Limpia) reconoció la derrota y dio un discurso breve en el que condenó las malas prácticas del oficialismo durante la campaña (“agresiones, insultos y noticias falsas”) y se reconoció miembro de lo que llamó “la nueva generación” de ese espacio político.
“Hicimos una apuesta a la renovación de nuestro partido y toda semilla necesita tiempo para crecer”, dijo Lospennato, intentando una variante del optimismo en una noche de plena derrota.
