OPINIóN
Efemérides 6 de junio

Día Mundial del Acné: más allá de la adolescencia

Representa la mitad de las consultas por alteraciones y en la piel y el 95% de la humanidad la padeció en algún momento de su vida. Comer azúcares, harinas y lácteos en demasía puede empeorarlo; también lo agrava exponerse al sol.

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Persona con acné. | Pixabay

El acné es el trastorno cutáneo más frecuente: se estima que hasta el 95% de la población lo ha sufrido en algún momento de su vida, especialmente durante la adolescencia, cuando los cambios hormonales influyen en la producción de sebo y el funcionamiento de las glándulas sebáceas, según datos del Journal of the American Academy of Dermatology (JAAD), Global Burden of Disease Study.

De hecho, se estima que entre el 30% y el 50% de las consultas dermatológicas actuales están relacionadas con el acné, lo que refuerza la importancia de abordarlo de forma seria y profesional.

Comienza en el folículo piloso, donde se produce el vello y se asocian las glándulas sebáceas que, cuando producen exceso de grasa, junto con células muertas de la piel, lo obstruyen generando un ambiente propicio para la proliferación de bacterias e inflamación.

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Aunque suele asociarse con la juventud, también puede persistir o aparecer en la adultez. Más allá de su frecuencia, es una condición que merece atención médica y social por sus consecuencias físicas y emocionales.

Alimentación y acné: ¿mito o realidad?

Aunque no se ha comprobado que la dieta sea una causa directa del acné, estudios recientes sugieren que ciertos alimentos podrían agravar la condición. Las dietas ricas en harinas refinadas, azúcares y lácteos pueden aumentar los niveles de insulina y del factor de crecimiento IGF-1, lo que estimula la producción de grasa y la proliferación celular en los folículos. Esta relación aún se estudia, pero se considera relevante a la hora de adoptar hábitos más saludables.

Las lesiones inflamatorias del acné pueden romper la pared del folículo piloso, provocando que la infección se extienda a capas más profundas de la piel. Cuando esto ocurre, se destruye tejido sano, lo que genera cicatrices.
Además, el proceso de cicatrización puede ir acompañado por una acumulación excesiva de melanina, dejando manchas o marcas hiperpigmentadas que persisten incluso después de que el brote haya desaparecido.

¿Qué tan dañino es el sol para la piel con acné? Un mito muy extendido —sobre todo entre adolescentes— es que el sol mejora el acné. Sin embargo, esto es una ilusión óptica. Lo que ocurre es que la exposición al sol deshidrata la piel. Para compensar la falta de agua, la piel aumenta la producción de grasa, lo que agrava el problema. Además, la piel seca tiende a queratinizarse, es decir, su capa más superficial se endurece. Esto obstruye los poros y enlentece el ciclo natural de renovación celular, favoreciendo nuevos brotes.

Piel sana: por qué es importante protegerse del sol todos los días del año

Aún más importante: el sol sobre lesiones inflamadas incrementa el riesgo de cicatrices. Todos los tratamientos para el acné —tópicos, orales o con antibióticos específicos— dejan la piel más sensible. Por eso, el uso de protector solar es obligatorio para evitar manchas, quemaduras o que el tratamiento pierda efectividad.

La cara, al ser nuestra carta de presentación, es una zona altamente visible. Las lesiones y cicatrices de acné pueden generar sentimientos de vergüenza, inseguridad, ansiedad y una fuerte disminución de la autoestima. Para muchas personas, esto puede afectar su vida social, su bienestar emocional e incluso su rendimiento académico o laboral. Por eso, es fundamental no minimizar esta condición y abordarla también desde lo psicológico.

Acné: tratamientos y prevención

Hoy existen numerosos tratamientos para las marcas y cicatrices de acné, desde cremas despigmentantes hasta procedimientos como el láser o microdermoabrasión. Elegir el adecuado depende del tipo de piel, el tipo de cicatriz y su profundidad.

Pero lo más importante sigue siendo la prevención. Cuidar la piel, evitar la manipulación de granos, consultar ante los primeros signos de acné y usar protector solar todo el año son medidas clave para evitar marcas permanentes.

Además, adoptar una rutina de cuidado adecuada, informarse sobre los factores desencadenantes, mantener hábitos saludables y evitar el uso excesivo de filtros digitales también contribuyen a una relación más realista y saludable con nuestra imagen. Y cuando el impacto emocional es profundo, buscar apoyo psicológico puede ser parte esencial del tratamiento.

Hablar del acné es hablar de salud, de autoestima y de educación.


* Médica dermatóloga (M.N° 116.628) especialista en cáncer de piel y cirugía micrográfica de Mohs. Fundadora del Centro Médico de la Piel