Tras la muerte del papa Francisco, Gustavo Carrara, arzobispo de La Plata y presidente de Cáritas Argentina, destacó la “humanidad” de su pontificado y dijo que el Santo Padre regresó de la muerte para “encontrarse con el pueblo de Dios” después de su salida del hospital. “Envió un mensaje muy pascual al dormirse y entrar en el cielo en la semana de la Pascua”, declaró en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3).
Gustavo Carrara es el presidente de Cáritas Argentina y arzobispo de La Plata, nombrado por el Papa Francisco en 2024. El Arzobispado de La Plata era el que tenía Tucho Fernández, el teólogo más cercano al Papa Francisco. Su trayectoria eclesiástica comenzó en el Seminario Metropolitano en Buenos Aires. Luego realizó estudios en la Facultad de Teología de la UCA. También fue obispo auxiliar de Buenos Aires y primer obispo villero ad hoc del país.
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Usted definió al Papa como un “profeta de la dignidad humana". Me gustaría que profundizase con nuestra audiencia ese concepto.
El Papa Francisco es un profeta de la dignidad humana porque al mensaje de amor de un Dios que nos salva le sigue ese mensaje de la dignidad de cada ser humano, especialmente de los más frágiles y de los más pobres. Y así lo ha hecho Francisco, defendiendo la dignidad de los seres humanos, especialmente aquellos que la tienen más amenazada. Esos pueden ser las personas que están sufriendo la pobreza, los inmigrantes y los refugiados, los jóvenes que padecen las adicciones o las madres que están solas y sin ayuda. Francisco ha tenido innumerables gestos a lo largo de toda su vida sacerdotal, y que se han puesto de manifiesto también a toda la humanidad en este tiempo de su pontificado de estos 12 años. Muchos gestos y palabras muy contundentes en la defensa de la dignidad de los seres humanos.
¿Qué mensaje es este de participar el domingo de la ceremonia posterior a la Pascua, recibir al representante del país más agresivo respecto a la dignidad humana y con mayor poder y morir plácidamente a la noche? ¿Qué le hizo esto a usted hoy a la mañana, cuando se enteró?
Sí, la verdad que quedé muy conmocionado. Justo yo estaba leyendo la autobiografía que se llama Esperanza, que es muy linda, y ayer a la noche leí el capítulo en el que decía dónde él quería ser sepultado, ahí en la Basílica Santa María la Mayor. En ese capítulo cerré el libro anoche. La verdad es que vimos al Papa Francisco salir todo lo que podía para encontrarse con el pueblo de Dios después de su salida del hospital. Fue al jubileo de los enfermos, después fue a la basílica de San Pedro y lo vimos ayer también en la bendición en el domingo de la Pascua.

Siempre quiso acercarse al pueblo fiel de Dios, para saludarlo, para bendecirlo desde su fragilidad y para expresarle su cariño con mucha ternura. Y también es una ternura que, a la vez, es firme en la defensa de la dignidad de la persona humana. Por eso también ayer tuvo ese encuentro con el vicepresidente de los Estados Unidos, donde señaló el respeto por los inmigrantes, que muchas veces salen de su tierra buscando un mejor futuro para sus hijos porque en los lugares donde viven no lo encuentran. Hay ternura y firmeza a la vez en su mensaje.
Yo no soy ni practicante ni creyente, así que seguramente mi cálculo va a estar viciado de errores, pero ¿no hay algo parecido a que él volvió de la muerte para despedirse? Es decir, se murió —como decían sus médicos en donde estuvo internado—, y volvió. No sé si hay alguna especie de parábola con la idea cristiana de Cristo volviendo a despedirse.
Sí, envió un mensaje muy pascual al dormirse y entrar en el cielo en la semana de la Pascua. Los cristianos confesamos que toda esta semana se prolonga la resurrección de Jesús, y en ese día Francisco parte a la casa del cielo. Los cristianos decimos: "Porque Cristo resucitó, nosotros podemos resucitar. Porque Cristo vive, podemos añorar esa vida feliz en el cielo, esa eterna alegría, esa eterna novedad de la vida con Dios en el cielo". En este tiempo de Pascua, Francisco hace su paso y nos deja un legado inmenso para seguir profundizando, pero sobre todo para llevarlo adelante, para hacerlo concreto.
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No sé si me resulta blasfémico, pero la sensación que me da es que él resucitó para venir a despedirse. Cumplió y se fue a dormir.
Así es. Yo tuve la gracia de poder hablar el domingo que él fue a la jornada de los enfermos porque me conmovió verlo ahí. Le escribí a un colaborador diciéndole que me alegraba haberlo visto y que le mandara saludos. A la tarde de ese mismo día, a las dos horas y media, me llaman por teléfono y me dicen con humor: "Te hablo acá desde la ultratumba". Fue un volver para despedirnos y para bendecirnos, como lo ha hecho estos días. Por lo que yo escuché, en los últimos días que estaba en el hospital y que ya estaba un poco mejor, él preguntaba cuando volvía para Santa Marta, con ese deseo de encontrarse con el pueblo de Dios y bendecirlo.
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