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MODO FONTEVECCHIA
Consumo selectivo

Guillermo Oliveto: "Argentina come un tercio menos per cápita que en 2011"

“La clase media alta hoy claramente está mejor... tiene resto”, señaló el especialista en consumo, mientras que en los sectores bajos “el mes se acaba el 20”. El analista indicó que "la clave es volver a generar empleo registrado privado en blanco".

Guillermo Oliveto
Guillermo Oliveto | CEDOC

Guillermo Oliveto explicó que el consumo masivo cayó un 8,5% en el primer trimestre de 2024. “El consumo lo están sosteniendo quienes tienen ingresos en blanco; los demás dicen ‘el mes se acaba el 20’”, alertó en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3). "La clave es volver a generar empleo registrado privado en blanco", señaló el especialista en consumo.

Guillermo Oliveto es analista de las conductas humanas. Desde hace 30 años estudia, analiza e investiga hábitos, patrones y comportamientos de los consumidores y ciudadanos. En 2010 fundó la Consultora W, focalizada en la consultoría estratégica basada en evidencias. Escribió varios libros sobre este tema.

Además, es columnista del libro de La Nación y, en una interesante columna publicada el lunes, compara el cambio político ocurrido en Argentina entre 2020 y 2023 con un cambio paradigmático científico, que lo puso en estas palabras: "Los ciudadanos argentinos, cansados de las fallas del sistema, en una inédita versión punk, decidieron romperlo."

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Me acabo de anotar lo de "Argentina Punk", me parece que hasta es un buen título para una columna. Usted, en esa columna que citamos, decía: "Aceleración, velocidad y precisión: el signo de los tiempos". Usted sostiene que la Argentina enfrenta un cambio de paradigma, y siendo esta idea de que los ciudadanos decidieron romper el sistema, mi pregunta es: ¿qué piensan los ciudadanos hoy, una vez roto el sistema, dos años después de aquel 2023?

Te diría que hoy lo que vemos en todo lo último que estuvimos midiendo, inclusive en el mes de marzo -nosotros hacemos estudios cualitativos con sociólogos y antropólogos muy profundos-, lo que vemos es a una sociedad que mantiene la esperanza, pero que empieza ya a tener añoranza. Empezó con una recesión con ilusión, en el primer semestre del año pasado. Terminó con esperanza con templanza, es decir, dos sentimientos muy positivos en ese momento, que el gobierno tenía una aprobación acorde a las encuestas del orden del 60%, 55%, y hoy esa valoración es más o menos 10 puntos más baja. Y tiene que ver con que hay cosas que algunos ciudadanos ya empiezan a extrañar.

Hablan de una macroeconomía que sí se ordenó, y lo valoran: que bajó la inflación, que el dólar está estable. Pero tienen reclamos crecientes sobre lo que llamamos “puntos del dolor piraña": son pequeñas cosas, ninguna todavía determinante, pero que empiezan a incomodar, en algún sentido. Cuestiones de tono, de modo, de estilos de confrontación, de pelea, y también, sobre todo, cuestiones de la microeconomía, donde hay sectores que todavía están lejos de mejorar. Hoy lo que vemos en el consumo y en la economía cotidiana es una estructura absolutamente dual, con sectores que andan muy bien y otros que andan todavía significativamente mal.

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O sea que la sociedad, ¿quiere que se cree algo más allá de lo roto? ¿Sería la tesis?

Sí, seguro. Yo por eso planteaba lo de los punk, porque cuando me puse a estudiar —me gusta mucho la música—, cuando me puse a estudiar bien el fenómeno punk, hay una primera idea que es: “Rompan todo”, pero la filosofía punk es: “Rompan todo porque no hay futuro”, como decían los Sex Pistols, para hacer otra cosa. Eso fue en aquella Inglaterra oscura, de la crisis de finales de los 70, por allá. Entonces, los argentinos están queriendo construir otra cosa. De hecho, votaron para eso. Entendían, y por eso hicieron algo absolutamente inédito, que fue -en una sociedad arquetípicamente de clase media, que añora y desea el buen vivir- votar a alguien que traía una motosierra. Esto implicaba votar un ajuste, algo que los argentinos, insisto, en general esquivan. Entonces, esa toma de conciencia fue como una idea de: “Bueno, lo que había no va más, y primero hay que romper para poder volver a construir”. Pero es volver a construir, Jorge. Si no, con romper no alcanza.

Ahora, usted también sostiene que el gobierno de Trump mostró desde el día de la asunción que le daba el poder a Silicon Valley, y que el gobierno de Milei está alineado en esa idea. Dice textualmente: “El imaginario del poder pasó de la juventud maravillosa de los años 70 a la meca de la vida cyborg”. Me gustaría que profundizara un poco esa idea de lo de los cyborgs, y no sé si de un optimismo exagerado tecnológico...

En general tiendo a mirar los fenómenos como…-sé que a vos te gusta también-, digamos, poniéndolos en el contexto no solo de la Argentina, que tiende a ser bastante endogámica en el análisis. Y cuando uno ve que pasamos de ser un país cerrado a que el presidente se juntó cinco o seis veces con Elon Musk -hoy la principal referencia icónica global en todo lo que implica la tecnología, al punto tal de estar soñando con llegar a Marte-, bueno, llegás a la conclusión de que el cambio es muy acelerado, muy violento, muy abrupto. Y, en ese sentido, mucha gente puede no estar entendiendo del todo lo que está ocurriendo.

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Y hay una teoría, que es la teoría que a priori estaría alimentando toda la búsqueda, a priori, digamos, el punto de vista filosófico de, por lo menos, la gente que rodeaba a Trump -entre ellos, el vicepresidente-, que es el “iluminismo oscuro”. Que es una idea bastante compleja que viene de dos pensadores: uno, Nick Land, que era de extrema izquierda y que creía que “rompan todo” para que no quede nada -mejor que se rompa el capitalismo-, y que se volvió de extrema derecha, y ahora dice: “No, no, aceleren, para que finalmente todo será mejor”. Es un tecno-optimista, si querés, como Ray Kurzweil, también el fundador de Singularity University. Y después está Curtis Yarvin, que dice que, para el mundo al que vamos hoy, la democracia es demasiado lenta, porque estás compitiendo contra Xi Jinping y contra Vladimir Putin, que deciden ellos lo que hacen en sus países; no tienen que andar consultando demasiado.

Entonces, hay toda una teoría de si finalmente la democracia es un sistema válido para la era de la aceleración que propone el paradigma tecnológico. Bueno, son dos cosas bastante complejas, pero ¿por qué vale la pena analizarlas? Bueno, porque tenemos un presidente que conectó de golpe con toda esa vibración, y que sabemos que han venido funcionarios del gobierno americano muy relevantes a la Argentina. Y eso construye también, en la filosofía que está pregnando en este momento en la sociedad. Entonces, me parece que vale la pena mirar un poco más allá y ver de qué se trata, y qué puede implicar.

Y pregunto, cuando contrastás esto con el Papa Francisco y lo que produjo su funeral, y sus ideas, y la posibilidad de que ellas puedan tener más pregnancia ya no estando vivo… Y cuando lo comparás con el fenómeno que genera El Eternauta, con la frase: “Nadie se salva solo”, ¿qué ves? ¿Una lucha de paradigmas, a lo Kuhn, donde todavía ninguno de los dos triunfó y desplazó al otro? Porque evidentemente parece haber mucha resistencia, ¿no? El fenómeno de El Eternauta en el plano artístico y el fenómeno de Francisco en el plano religioso parecerían ser demostraciones de fuerzas contrarias.

Sí, de hecho, también yo citaba a Kuhn en la columna, porque lo que planteaba era una verdad que él indicó en el año 62. Ojo que un paradigma, cuando aparece, no es que mata al otro de golpe, sino que hay períodos de lucha, si querés, ideológica, de transición, donde también hay mucha confusión, porque no está del todo claro de qué se trata. Y lo que vemos acá es que esto es un experimento. Tanto lo que está planteando Trump... que además se abraza a Silicon Valley, pero en el medio, en el primer trimestre, le hizo perder mucho dinero a todos. Con lo cual, es bastante contradictorio, porque el tema de los aranceles hizo que cayeran violentamente los valores bursátiles de gran parte de las compañías que lo sustentaron.

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Pero sí se monta en esta idea de: tenemos que ir a la velocidad a la que se mueve Elon Musk, y al nivel de decisión vertical, y poco de consenso. Mientras que lo que vos me planteás, “nadie se salva solo”, y los valores que fomentó el Papa, y que como decís, creo que tienden a consolidarse después de fallecido, como una parte de su legado, bueno, me parece que van a ser, por lo menos valores en disputa. Y que van a generar, en la medida que sea coherente, un debate sano.

Yo creo que acá, hay un debate más de fondo, inclusive en estas dos cosas que estás planteando, que es: Ok, ¿qué sociedad queremos construir? ¿Qué país vamos a tener? Aun teniendo la posibilidad de los recursos, que es la gran novedad de esta época. Se acaba de anunciar un descubrimiento minero impresionante en San Juan, de oro, cobre y demás. Por supuesto: Vaca Muerta, minería, el agro y la industria del conocimiento, muy bien. La pregunta que hay que hacerse ahí es: ¿cómo llega el litio de Catamarca o el petróleo de Neuquén al conurbano? Y esa pregunta te va a definir modelo de país. Y creo que modelo de país implica modelo de valores.

Vamos a la macro. Salgamos de la Argentina y vayamos a Trump. La idea del aceleracionismo Inicialmente partía de la idea de que el capitalismo, si se acelera, se va a destruir. En el fondo, es la misma idea de Marx respecto de que la interacción del capitalismo llevaría a la concentración, al monopolio, y se iba a destruir en sí mismo, en su voracidad. O a la idea más, de las ciencias sociales, de la antropofagia, de que hay que dejarlo que muestre todas sus potencialidades para que se destruya desde dentro mismo, no desde un externo.

Y hay enorme cantidad de intelectuales en el mundo que dicen que la finanzación, que lo que estamos viendo es el fin de un ciclo del capitalismo, en el que en realidad lo que necesita es mejorar. ¿Ves alguna posibilidad de que el análisis de Marx, y que el aceleracionismo de izquierda, tenga alguna razón en que exponer a Trump a su máxima expresión sea lo que permita que se autodestruya?

Bueno, a ver. Hay una etapa de —seguramente, obviamente la viste—, la de The Economist, la publicaste, la que decía en vez de Liberation Day, Ruination Day, aquel 2 de abril. Hay algo en lo que está planteando Trump que es una apuesta, que mismo la gente de Washington con la que he estado hablando te dice: “Mirá, es muy difícil…”, digamos, los memes y los videos irónicos que vinieron desde cuentas de China, algún punto de verdad tocan. Está bien que la pelea de Trump es fundamentalmente con China, pero da la impresión de que no es tan simple. Probablemente esto sea tensar la cuerda, un famoso chicken game, para ver dónde queda parado este péndulo, en algún lugar del medio, que no sea en el que estaba. La verdad que hoy no está claro lo de Trump porque empezó con delirios —250 % de aranceles, 245 a China—, y ahora está negociando. Entonces, bueno, todavía no está claro el final. Sí te diría que es un comienzo que ha puesto a mucha gente muy nerviosa, preocupada, y muy errático.

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Algo que es para pensar en la Argentina —bueno, creo que ayer estuvo Axel Kicillof en un foro hablando de esto—: atención que, para mucha gente, el discurso trampista actual le suena casi peronista, de Perón, del 45, del 50, un país más cerrado, que todo se produzca acá. O aquella idea de Ferrer de “vivamos con lo nuestro”, que se lleva como de patadas con Silicon Valley, por un lado, y con la filosofía que tiene el gobierno actual en la Argentina también. Entonces creo que estamos con un revoleo de ideas muy antitéticas, muy contradictorias, y habrá que ver qué sale de todo esto. Esperemos que salga algo, algún tipo de equilibrio en el medio, más del orden de la sensatez. Y me parece que en ese sentido, bueno yo creo eso es más una posibilidad, un escenario, no el único pero creo que existe. Creo que suponer que solo hay extremos en la vida es desconocer el pensamiento de Aristóteles para acá, digamos, de aquel “justo medio” para acá.

Está bien, podrá ser una época donde los extremos, por las redes, captan más la atención. Yo creo que el ser humano vive mejor en los lugares más razonablemente equilibrados, aunque esos equilibrios sean dinámicos y se muevan un poco más del centro. Y no en la vida de los extremos, que suele ser muy intensa y, a la vez, muy riesgosa, como todo lo intenso.

Elizabeth Peger: Quisiera retomar el concepto de “añoranza” que mencionaste como reflejo del clima social respecto al gobierno de Milei. ¿Esa nostalgia podría anticipar una menor tolerancia o un posible retiro de apoyo frente a las políticas de ajuste? Y en un plano más concreto, ¿cómo estás viendo la evolución del consumo, que sigue siendo la variable económica más rezagada?

Las dos cosas están conectadas. Voy a empezar por los datos duros, por cómo está el consumo. Si uno mira el primer trimestre, tenés: 90% de crecimiento en la venta de autos, 60% en la venta de motos, 80% en la venta de viajes de argentinos yendo al exterior, y 50% en las ventas de electrodomésticos. ¿Eso qué me está diciendo? Que quienes están impulsando el consumo son aquellos que tienen, en general, ingresos en blanco, cuyos ingresos le han ganado o empatado a la inflación, que por la estabilidad del tipo de cambio se duplicaron en dólares. Muchos de esos bienes tienen muchos dólares adentro. Y que tienen, además, al crédito, ahora que el gobierno le dice a los bancos: “Préstenle a la gente, yo no necesito tu dinero por el superávit fiscal”. Llevado esto a la estructura social: eso es la clase alta, la clase media alta, y si querés, algún pedacito de la media baja, pero no mucho. Y esto te lo da de todo lo que estamos, a su vez, investigando.

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Cuando mirás lo que no crece, o lo que todavía cae, después de haber caído 14% en unidades en el 2024, este año todavía está cayendo, en el primer trimestre, otro 8,5% más. Entonces, ahí lo que ves es en qué tipo de hogares, o qué perfil social, esos bienes tienen más incidencia. Por supuesto, en la clase media baja y en la clase baja. Entonces ahí lo que ves es que la clase media alta hoy claramente está mejor. Cruzó, sus ingresos en dólares mejoraron. Te que aprendió a controlar sus gastos, que entiende que esta es una época donde hay que ser cuidadoso. Nosotros le llamamos que está estoica y muy asertiva, tratando de encontrar la ecuación justa. Pero tiene resto.

Ahora, si vas a la clase media baja, en general lo que te encontrás es que hay mucha más informalidad. Te dicen que el mes se acaba el 20. Entonces, ahí es donde está la añoranza. Y para cerrar la idea: yo planteo en el libro esta idea del buen vivir de Edgar Morin —gran sociólogo y pensador francés que tiene 103 años y sigue publicando— y él decía: “Miren, el buen vivir es un equilibrio entre la prosa y la poesía”. La prosa es el esfuerzo, el trabajo, la educación, todo lo que implique hacer la tarea para poder progresar. Ahora, la poesía es, bueno, el premio para esa tarea. El disfrute, el bienestar.

Entonces, hoy, en la clase media alta, te diría que están más cerca de tener cierto buen vivir, de tener un equilibrio entre prosa y poesía. En la media baja te dicen: “Muchachos, acá pura prosa. Me está faltando premio”. Bueno, ahí empieza la añoranza. Añoran también un entorno un poco más calmo, un poco menos tenso. Pero independientemente de eso, el origen de la añoranza viene porque, para muchos, la microeconomía todavía no arranca.

Me quedo con una frase del presidente de Nestlé hace unos años, cuando tenía una preocupación respecto de cómo se distribuía el crecimiento de la economía, porque los súper ricos no pueden comer 100 chocolates por día. Pueden comer un chocolate por día, igual que las personas de la clase media. O sea, finalmente, que se vendan más autos, motos y viajes al exterior, pero se venda menos leche, menos comida en general, lo que indica es un empobrecimiento de la sociedad. Siempre el tope de la pirámide mejora, pero la mayoría de la sociedad no la hace el tope de la pirámide no pueden comer dos chocolates o veinte chocolates cada uno de ellos. Sí pueden comprar un auto. Entonces, aquello que se puede comprar una vez cada tanto, bienes durables, bueno, obviamente la clase más alta es la que hace la diferencia. Ahora, aquello que se consume todos los días, baja.

Para ponerlo en números: desde el año 2012, que el país dejó de crecer -desde que se puso el cepo en su momento con Cristina, después tuvo un año mejor, otro peor-, si vos mirás el PBI, aun creciendo este año, va a estar recién saliendo un poquito del empate, del 0 a 0, en un período de casi ya vamos camino a 15 años. Muy bien. El consumo masivo en unidades cayó 20 %. Argentina come un quinto menos per cápita. Un tercio menos de lo que comía en el 2011. O sea, fue claramente para atrás, no para adelante.

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Cuando le preguntás a la sociedad, comparando el imaginario de clase media que le quedó ,que es el de la clase media Mafalda, el de los 80, esto lo consultamos el año pasado, 60% te dice se vive peor que en esa época. Y 57% que somos más incultos y menos educados que en esa época.

O sea, claramente, la Argentina viene en un largo ciclo de involución, que arranca con el Rodrigazo del 75, la híper de Alfonsín, luego la crisis 2001–2002, luego la pandemia… y sobre eso le metiste un año conscientemente buscado por la sociedad, rompiendo todo, pero que había que pasar por ahí, que fue el 2024, sobre todo el primer semestre. Entonces, lo que te encontrabas -y volviendo a la frase del presidente de Nestlé que citabas-, una vez haciendo un estudio en un supermercado mayorista, una mujer decía: “Cuando me compré la barra de chocolate grande, fui feliz”. Entonces, hay en ciertos grupos sociales que no pueden comprar mucho más chocolate, porque ya está. Y otros dicen: “El día que lo pude comprar, fui feliz”.

Entonces, por eso creo que hay un debate dando vueltas que no es el debate de “repartamos lo que no hay”, porque eso la propia sociedad dijo: “Terminó”, porque finalmente diste un montón de planes y terminaste con muchos más pobres que antes. Sino: generemos, que es esto de: tenemos los recursos, vamos por Vaca Muerta, vamos por la minería, vamos por la industria del conocimiento, vamos por el agro. Perfecto. Pero veamos cómo esos recursos potencian otros sectores que también pueden ser generadores, sobre todo para que Argentina, en vez de involucionar, evolucione. A mi modo de ver, la clave es volver a generar empleo registrado privado en blanco. Eso está congelado hace 12 años, son 6.200.000 personas. Hasta que no cambie eso, muy difícil.