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MODO FONTEVECCHIA
El editorial de Jorge Fontevecchia

Día 510: Libertad de expresión no es lo mismo que libertad de prensa 

Gobiernos como el de Javier Milei y Donald Trump se amparan en el derecho de la libertad de expresión para impulsar a sus seguidores a emitir mensajes de odio. Es importante aclarar la diferencia entre libertad de expresión y libertad de prensa.

Javier Milei y Donald Trump
Javier Milei y Donald Trump | Casa Blanca

A partir del auge de la extrema derecha, empezó un debate sobre la libertad de expresión, la libertad de prensa y el rol del periodismo terminan siendo lo mismo y hay confusiones mal intencionadas. Gobiernos como el de Donald Trump en Estados Unidos y Javier Milei en Argentina, atacan a periodistas y medios con mucha virulencia.

Por otro lado, amparándose en el derecho de la libertad de expresión, impulsan a sus seguidores a emitir mensajes de odio, discriminatorios o insultos contra los opositores.

De alguna, manera estos gobiernos intentan oponer la libertad de prensa de los periodistas y los medios a la libertad de expresión del resto de la sociedad. Por todo esto, vamos a dedicar la columna de hoy a tratar de esclarecer las diferencias entre ambos derechos e informar sobre sus alcances y límites.

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Aunque hoy suelen entenderse como derechos complementarios, la libertad de expresión y la libertad de prensa tienen orígenes históricos, conceptuales y temporales muy distintos. La noción de que los individuos deben poder decir lo que piensan sin ser castigados por ello aparece en la Antigüedad.

En la Grecia clásica, existía el concepto de "parrhesía" (παρρησία), que significaba la libertad de decir la verdad sin temor, especialmente en contextos políticos. Filósofos como Sócrates, aunque pagó con su vida por ejercerla, encarnaban esa práctica. También hay ecos de esta idea en la tradición romana, donde Cicerón defendía la libertad del orador en el Senado.

Por su parte, la libertad de prensa comienza a consolidarse con la aparición de la prensa, es decir en el siglo XVIII, con el desarrollo de los periódicos y la resistencia contra la censura previa impuesta por las monarquías absolutas.

Ambos comparten el punto clave, es decir que no haya censura previa, no que no haya consecuencias por lo que una persona diga. Hay una diferencia entre la libertad de prensa y libertad de expresión y que haya libertad para insultar o para cometer injurias, eso obviamente es algo absolutamente distinto. Si comparten tanto la libertad de expresión como la libertad de prensa, la lucha por que no haya censura previa.

Un momento clave fue el juicio a John Peter Zenger en Nueva York en 1735, donde un jurado lo absolvió por criticar al gobernador colonial, marcando un precedente para la prensa libre.

Ambas libertades se institucionalizan hacia fines del siglo XVIII: la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos (1791) garantiza explícitamente la libertad de expresión y la libertad de prensa, y en Francia, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de la Revolución sa (1789) proclama que “la libre comunicación de los pensamientos y de las opiniones es uno de los derechos más preciosos del hombre”. Desde entonces, ambas libertades evolucionan juntas, aunque tienen un origen con una diferencia de dos mil años una de otra y mantienen su diferencia: una es individual, la otra estructural.

“En el año 1993 fue proclamado el Día Mundial de la Prensa, que es libertad de prensa por la Asamblea General de las Naciones Unidas, según la recomendación de la Conferencia General de la Unesco, en el año 1991, sobre la promoción de la libertad de prensa en el mundo”, explica un informe de FM Profesional 89.9.

Y agrega: “Entre los principales objetivos de destacar este día, se encuentran precisamente, defender la libertad de expresión en los medios de comunicación, recordar y reivindicar los principios fundamentales de la libertad de prensa, y realizar un homenaje a todos los periodistas víctimas del cumplimiento de su deber”.

En concreto, la libertad de prensa es el derecho que protege a periodistas y medios para investigar e informar sin la censura o intromisión del Gobierno.

Vamos a poner un ejemplo cercano. Marcelo Longobardi, hacía su clásico resumen de noticias que actualmente hace en Radio Perfil, solo que antes lo hacía en Radio Rivadavia.

Las noticias que elegía y el análisis que hacía de ellas, era crítico con el gobierno de Javier Milei, como lo fue con el resto de gobiernos. Sucedió que la secretaria de Presidencia, Karina Milei, llamó al dueño de la radio y despidieron a Longobardi.

Esto es una vulneración de este derecho, no solamente para Longobardi, si no para el conjunto de periodistas que en determinado momento pueden tener una mirada crítica sobre algún aspecto del Gobierno.

Y no solamente es un acto de censura para Longobardi, sino también para la audiencia que carece, a partir de ese acto de censura, de la posibilidad de escucharlo.

Ahora pasemos a la libertad de expresión. En este caso, es el derecho que protege a todas las personas para que puedan emitir su opinión, expresar sus ideas o emociones sin recibir censura o persecución por esto.

La libertad de prensa la ejercen los periodistas y los medios, la libertad de expresión, todas las personas.

Estos derechos que parecen básicos no se respetan en todo el mundo de la misma manera y hay países en los que uno de ellos o los dos directamente no existen como tales. Por ejemplo, en China no hay medios independientes del Gobierno. Todos están bajo control estatal y alineados con único partido, que es el Partido Comunista.

Reporteros Sin Fronteras, por ejemplo ubica a China en el puesto 172 de 180 en su Índice de Libertad de Prensa 2024, quiere decir que todavía hay ocho países peores respecto de la libertad de prensa.

La ONG describe a China como “la mayor cárcel del mundo para periodistas” y señalando que “el régimen de Xi Jinping intensificó la represión contra el periodismo independiente”.

Por su parte, Human Rights Watch denuncia que “las autoridades chinas emplean una combinación de censura, vigilancia y detenciones para sofocar cualquier forma de disidencia”.

En relación a la libertad de expresión, a veces se cuelan críticas en redes como Weibo o Zhihu, pero al estar fuertemente monitoreadas por el gobierno chino, muchos de esos mensajes son borrados.

Chino no es el único país que restringe estos derechos, ni el más brutal al respecto. En países como Arabia Saudita, la realidad es inclusive más brutal para estos derechos.

El 2 de octubre de 2018, Jamal Khashoggi, columnista de The Washington Post y crítico del régimen saudí, ingresó al consulado de Arabia Saudita en Estambul para obtener documentos necesarios para su boda. Nunca salió con vida.

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Según investigaciones turcas y de la ONU, fue asesinado y desmembrado por un escuadrón de 15 agentes sauditas que actuaron bajo cobertura oficial.

En relación a la libertad de expresión, en Arabia Saudita, la libertad de expresión está severamente restringida por el régimen absolutista encabezado por una monarquía wahabita.

Las críticas al gobierno, a la familia real o al islam oficial pueden ser consideradas delitos de seguridad nacional y castigadas con largas penas de prisión, flagelación o incluso la pena de muerte.

En Occidente, países como Estados Unidos o Argentina se presentan como sociedades libres en las que estos derechos están garantizados. Sin embargo, como decíamos al principio, el desembarco al poder político de gobiernos como el de Trump y Javier Milei, trajeron una rediscusión de estas libertades.

En Estados Unidos, la compra de Twitter por parte de Elon Musk, actual funcionario de Donald Trump, trajo un cambio en la plataforma. Anteriormente, Twitter tendía a tratar de regular las fakes news y los mensajes discriminatorios o basados en el odio.

Inclusive, el anterior propietario y cofundador de Twitter, Jack Dorsey, suspendió la cuenta de X de Donald Trump, tras el asalto al Capitolio por considerar que los mensaje de Trump incitaron a la violencia.

El 13 de noviembre de 2024, Javier Milei se refirió a este tema en un evento de la Fundación Faro y dijo: “Si usted quiere saber cuán ensobrado era un periodista y mire la cantidad que puteadas a Elon Musk. Digamos Elon Musk ha salvado a la humanidad desde X porque hoy todo el mundo tiene tiene una voz tiene un lugar para expresarse”.

¿Tienen razón Milei y Elon Musk? ¿La libertad de expresión debe ser ilimitada y cualquier restricción es una violación a este derecho?

Hay un fragmento que se hizo famoso de un diálogo del comic Spiderman, que luego fue retomada por la película. “Un gran poder requiere una gran responsabilidad”, inmortalizó Peter Parker, el joven fotoreportero que luego se transformaba en Spiderman.

La libertad de palabra, es decir la libertad de poder emitir opiniones y expresiones acerca de todas las cosas, dentro de las cuales se encuentran los gobiernos y todas las autoridades políticas, no puede contemplar la discriminación y el agravio a otras personas.

Un derecho nunca se puede utilizar para vulnerar otro. Todos tenemos derechos a expresarnos, pero también todos tenemos derechos a vivir nuestra sexualidad como decidamos hacerlo, tener la que elijamos tener y elegir la ideología política que mejor nos parezca sin que por ello seamos insultados, perseguidos, atacados o bullyingneados, por ejemplo desde redes sociales.

El equilibrio entre los dos derechos es perfectamente posible. De hecho, no se puede utilizar la libertad de expresión para insultar y discriminar ni siquiera en los medios tradicionales, como citaba Javier Milei.

Es decir, los mismos insultos no hubieran podido ser publicados en los medios tradicionales porque el emisor es responsable por aquellas afectaciones de derechos de terceros. Es decir, si un diario, si una radio, si un canal de televisión o si un portal publica insultos sobre alguien, tiene la responsabilidad de responder judicialmente sobre ellos, pero X o Twitter parece que no.

Por otro lado, las palabras tienen consecuencias. Vivimos en un medio social y nuestra reputación nos abre y nos cierra puertas. Si se dice que una persona es una ladrona, probablemente esto le genere problemas a la hora de encontrar trabajo y relacionarse con personas.

Por esta razón, la veracidad de lo que se dice, debe estar contemplada en la libertad de expresión y, obviamente en la libertad de prensa. Por esta razón, por el daño que provocan la circulación de mentiras difamatorias, existen los delitos de calumnias e injurias en todos los códigos penales del mundo. O sea que las personas tienen derecho a una reputación.

El Presidente tiene derecho a opinar sobre el accionar de los periodistas. No tiene derecho a decir que cobramos dinero por emitir nuestras opiniones sin pruebas. Las palabras de un presidente, votado por millones de personas, obviamente dañan la reputación de un periodista y afectan a su credibilidad.

Si estas palabras no están sostenidas en pruebas y fundamentos, esto debe ser castigado judicialmente. Esto se expresó en el fallo que nos dio la razón en la Justicia en varias de las causas judiciales que le hemos iniciado al presidente desde Perfil por eso.

En ese caso en particular, se utilizaron los dos conceptos que estamos diferenciando en esta columna. La libertad de expresión del Presidente y la libertad de prensa de Perfil.

Milei y Trump, de alguna manera, oponen estas libertades. En este caso, el Presidente utiliza su libertad de expresión como castigo a nuestras críticas para con su Gobierno. Como decíamos, no se puede utilizar un derecho para vulnerar otro.

Un informe de la agencia Agencia Press (AFP) del 30 de abril de 2025 explica la dualidad que tiene el gobierno de Donald Trump entre libertad de expresión y de prensa.

“Promovida por Elon Musk y Mark Zuckerberg, la libertad de expresión, según Donald Trump, se ilustra con el fin de la verificación de hechos en las redes sociales y el derecho a expresarse sin límites”, indica el informe.

Luego, se enumeran varios actos de Donald Trump en contra de la libertad de prensa. “El 11 de febrero de 2025 negó el a la Casa Blanca a la agencia de noticias Associated Press, hasta que cumpliera el deseo del presidente de nombrar al Golfo de México como Golfo de América. El presidente también ha calificado a medios de comunicación como la CNN de ilegales y de agentes políticos a sueldo”.

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Y agrega episodios muy preocupantes que ocurren bajo la gestión de Trump. “El 25 de marzo de este año, Rumeysa Öztürk, estudiante de doctorado en la Universidad de Tufts, fue detenida. Se le revocó el visado con el argumento de que había participado en un artículo escrito en 2024 criticando la respuesta de la universidad a la guerra entre Israel y Hamas”.

“La istración Trump también ha puesto en la mira a más de 120 palabras utilizadas dentro de investigaciones científicas. Quienes usen “LGTBIQ+”, “equidad”, “opresión” o “segregación” se pueden arriesgar a perder su financiación pública”, explica AFP.

Estos gobiernos acusan a los periodistas de mentir y monopolizar el derecho a la palabra. Según, Elon Musk y Milei, de ahora en más, con la masificación de los smartphone y el a internet, todo el mundo puede ser periodista o inclusive un medio.

"You are the media now" es una frase de Elon Musk que se hizo viral. Significa, “ustedes son ahora un medio”. El hecho de que las personas puedan emitir su opinión a través de las redes es simplemente un ejercicio de la libertad de expresión.

Esto es una absoluta mentira, el medio es X. En el mejor de los casos, lo que se le podrá decir es que ustedes son ahora equivalentes a periodistas, pero en realidad son simplemente ciudadanos que expresan su opinión. Sigue habiendo un medio, que siempre está solapado en la intermediación. El medio es lo que era antes twitter que ahora es X.

Esto es el mismo ejercicio de siempre, solo que en vez de hacerlo en juntas vecinales o en manifestaciones, se lo hace a través de un dispositivo. Ser un medio es algo muy distinto y ser periodista también.

El medio, siguiendo el razonamiento de Musk, sería la red social misma. Cuando entramos en Instagram o X, vemos en el feed de la red social un conjunto de contenidos ordenados según un algoritmo. Un medio, es un soporte que, justamente intermedia, entre el emisor del mensaje y el receptor.

Además, ordena el conjunto de mensajes. Como decíamos, en el caso de las redes, son según algoritmos. En el caso de las redacciones o los medios tradicionales, son a través de decisiones editoriales, que tienen editores responsables, que al mismo tiempo deben responder ante la justicia.

Este fue el problema que se presentó, por ejemplo, con X en Brasil, donde el Supremo Tribunal de Justicia, equivalente a nuestra a nuestra Corte Suprema, exigía que hubiera un editor responsable, como existe en todos los medios, para que pudiera ser penado y responsable civil o penalmente de aquella distribución de informaciones falsas, de calumnias o de insulto.

Probablemente, el nuevo acuerdo con el FMI no sea la noticia con más visitas y tal vez lo sea, el resultado del superclásico. Sin embargo, la primera imagen del front de Perfil.com será el acuerdo con el Fondo.

Hay una evaluación editorial que implica que lo que más impacto genera en la vida de las personas, es más relevante que lo que menos impacto genera, independientemente de las preferencias de la audiencia.

También es diferente ejercer la libertad de expresión y ser periodista. Un periodista se especializa en investigar, ordenar y presentar información, es un curador. Ese es su trabajo. Hay un ejercicio profesional.

La diferencia entre ejercer la libertad de expresión y hacer periodismo, es equivalente a la que hay entre cuidar la salud, hacer ejercicio y comer sano y ser médico. Todos tenemos el derecho de cuidar nuestra salud, no todos somos profesionales de la salud.

A los medios de comunicación también nos cabe la frase de Spiderman del gran poder que conlleva la gran responsabilidad. Debemos chequear lo que informamos, debemos ser medidos y responsables con los mensajes que emitimos y nos tenemos que hacer cargo cuando cometemos errores.

Un medio de comunicación que, deliberadamente, publica algo que es falso, puede enfrentar problemas penales. Sin embargo, en Estados Unidos hay un importante fallo que estableció una distinción entre lo que es publicar algo falso, sabiendo que lo es, a cometer un error.

Es el caso de The New York Times vs Sullivan del año 1964. Surgió a raíz de una demanda por difamación presentada por un funcionario de Alabama tras la publicación de un anuncio con errores sobre la represión a manifestantes por los derechos civiles.

La Corte Suprema falló a favor del diario y estableció que los funcionarios públicos solo pueden ganar una demanda por difamación si demuestran que la información se publicó con malicia, es decir, sabiendo que era falsa o con total despreocupación por su veracidad.

Este fallo generó lo que se conoce como la jurisprudencia de la real malicia. Es decir, que es necesario probar que, frente a una publicación que se determina falsa, hay mala intención, es decir, que la persona que lo está escribiendo no es que se equivocó, sino que lo hizo a propósito, sabía que era información falsa.

En la actualidad, Trump dijo en reiteradas ocasiones que quiere revertir este fallo y gracias a que tiene una Corte Suprema cercana a su gobierno, podría llegar a hacerlo. Fíjense en la dualidad de Trump con la libertad de expresión y de prensa. Mientras impulsa a sus seguidores para que insulten, discriminen y amenazan a periodistas y políticos opositores, quiere avanzar contra la prensa, limitando el derecho a la cobertura en la Casa Blanca y tratando de revertir un fallo que posibilita hacer más denuncias penales contra los medios.

En Argentina, la realidad es similar. El 28 de septiembre, en un acto en Parque Lezama, el presidente Javier Milei dijo en un discurso acalorado: “Mientras que todos los medios a los que nosotros habíamos llamado para ese acto y que ninguno vino tratando de sabotearlo a costa de la billetera del pagador de impuestos de la ciudad”.

Y agregó: “Ustedes le dieron vida a este movimiento con cada uno de ustedes con su celular que empezaron a transmitir y le cerramos el orto”.

La guardia pretoriana, el brazo armado del que habló el Gordo Dan. Cada uno con su celular, combatiendo a la prensa independiente y a los políticos opositores. En resumen, poner la libertad de expresión contra la libertad de prensa.

En la última columna de Gustavo González en Perfil.com, se estableció que hubo 45 insultos en 52 minutos del último discurso del Presidente.

¿Realmente esto es libertad de expresión? Parece que en los tiempos que corren se confunden estos dos derechos que hoy tratamos de diferencias. Por eso, nos vamos con este recuerdo que nos deja Spiderman sobre el poder y la responsabilidad con la canción de este superhéroe por los Ramones.

MC/ff