En la Antártida, el cambio climático está provocando un fenómeno inquietante: el aumento de la vegetación en zonas donde el hielo debería ser eterno. En las últimas cuatro décadas, la cobertura vegetal en la Península Antártica se ha multiplicado por 10, alcanzando casi 12 kilómetros cuadrados, lo que ha sorprendido a los científicos. Este crecimiento, formado mayoritariamente por musgos y líquenes, es una clara consecuencia del calentamiento global, que ha acelerado el deshielo en la región.
Investigadores de las universidades de Exeter y Hertfordshire, junto al British Antarctic Survey, han utilizado imágenes satelitales para monitorear este "reverdecimiento" de la península. Thomas Roland, de la Universidad de Exeter, advirtió sobre el impacto del cambio climático en esta región remota: “Este cambio no solo es rápido sino extenso. Podríamos estar viendo los primeros signos de una alteración significativa en uno de los últimos rincones vírgenes del planeta”.
Además de modificar el paisaje, el aumento de la vegetación puede tener repercusiones ecológicas significativas. La descomposición de materia vegetal favorece la formación de suelo, lo que permite que nuevas especies, potencialmente invasoras, colonicen la región. Esto podría alterar la biodiversidad local y la capacidad de la Antártida para reflejar la luz solar (albedo), acelerando el calentamiento global.
Los científicos también están estudiando cómo la vegetación está colonizando áreas desglaciadas, lo cual podría impactar las especies nativas, que han evolucionado para sobrevivir en condiciones extremas. El doctor Olly Bartlett señaló que la introducción de especies no nativas, por acción humana o aves migratorias, podría tener consecuencias devastadoras para estos ecosistemas.
Desde el espacio, estas transformaciones son evidentes. Las imágenes satelitales muestran el avance de la vegetación en lo que antes eran extensiones blancas de hielo. El equipo investigador enfatiza que es crucial actuar para frenar el cambio climático, protegiendo tanto la Antártida como el planeta en su totalidad.
El aumento de la vegetación en la Antártida es un recordatorio de que ninguna región del mundo está exenta de los efectos del calentamiento global. Los cambios en la cobertura vegetal podrían alterar el equilibrio ecológico y acelerar el calentamiento de esta región emblemática y vulnerable.