CULTURA
arteco 2025

Territorio fértil

Con 27 galerías y espacios de arte, 23 proyectos y colectivos y 36 artistas individuales –en total alrededor de 250 artistas– provenientes de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, esta semana cerró su séptima edición la feria de arte contemporáneo de Corrientes, ArteCo, un evento consolidado dentro del calendario regional. Con una amplia variedad de propuestas, lo que caracterizó a las obras fue la sintonía con la idiosincrasia litoraleña, con sus propias costumbres, ritos y creencias.

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Espacio. La flamante Galería Colón –otrora cine–, ubicada en el centro de la ciudad, fue el escenario principal de la séptima edición de la feria de arte contemporáneo de Corrientes, ArteCo. | melisa nikolaus para ArteCo

El día abre espléndido. Ha disminuido unos grados la temperatura, es cierto; la brisa que acompaña los impulsos extáticos de la atmósfera no propagan la suficiente energía para disipar las nubes gordas que por la noche comenzaron a pegotearse para permanecer ahí, indecisas ante la descarga. Lo curioso es que intermitentes rulos de viento arrastran como destellos de un eco cavernoso los sonidos que ejecutan las familias enjambradas en el paseo costero, alejadas del tendido urbano, lanzadas a la celebración del mate y el chipá mbocá. Solo el traqueteo cansino de una lancha diminuta fabrica las jorobas líquidas que en tierra firme perecen. En el filo de la costanera, se extiende un sendero de sauces, ombúes, lapachos, y timbós (Enterolobium contortisiliquum) que remonta la ribera hasta alcanzar los imponentes pilares que sostienen el puente que une Corrientes con Chaco.

A escasas cuadras del Paraná brota como afluente de las artes visuales un soberbio espacio de 4.500 metros cuadrados desperdigados en cinco pisos que, conectados por escaleras mecánicas y ascensores, de alguna manera clausura la deuda que la feria tenía con su propia biografía. Que la séptima edición de ArteCo se desarrolle ahí, en la flamante Galería Colón –otrora cine–, hoy recuperada para los correntinos después de 18 años de ostracismo, tiene mucho de proeza, y de perseverancia. Con entrada gratuita, durante los cuatro días que duró el evento, ese fue el escenario central donde cohabitaron 27 galerías con 23 proyectos y colectivos y 36 artistas individuales de Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil.

¡Pero claro, chamigo, Corrientes tiene payé!, pareciera ser la respuesta más extendida entre los coterráneos al momento de tironear una explicación para este auténtico milagro. Aunque si payé en guaraní puede traducirse como encanto, hechizo, el magnetismo que exuda ArteCo necesita otro argumento que tal vez convenga buscar en el empuje incesante del Instituto de Cultura de Corrientes, antes presidido por Gabriel Romero y ahora por Beatriz Kunin. Ya consolidado en el circuito de ferias a nivel regional, lo primero que caracteriza a las obras (seleccionadas por un grupo curatorial comandado por Joaquín Rodríguez) es que reflejan la idiosincrasia litoraleña, con sus propias costumbres, ritos y creencias: la siesta, el chipá y la yerba, sí, pero también los carpinchos, el río Paraná y el Gauchito Gil como protagonista de los altares de materiales y técnicas diversas que proliferan e invitan a los visitantes a entregarse a la ceremonia. El atractivo estriba a la vez en la accesibilidad de los precios (desde 150 dólares) para quienes quieran iniciarse en el coleccionismo.

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Además del mencionado espacio, la feria amplificó sus tentáculos sobre otros museos y ámbitos independientes de la ciudad, engendrando así un dilatado circuito de arte contemporáneo urbano destinado a experiencias artísticas que no involucran lo estrictamente comercial. Diez muestras satélites entre las que destacaron la de Fundación Proa en la Casa Ñanderekó, con obras del fotógrafo del siglo XIX Christiano Junior; los homenajes a los artistas Lucho Olivera y Luis Llarena en la Legislatura de la ciudad, o el Espacio Mariño, que presentó “Litoralidad”. Exhibiciones de Desirèe de Ridder en el Museo de Artesanías Tradicionales y de Alfredo Muñoz en el Museo Arqueológico y Antropológico. Asimismo, el Museo de Bellas Artes expuso la “Taragüí” (1936), escultura de bronce señera de H. Amado Puyau que rinde homenaje a la mujer guaraní.

Tal vez hayan sido solo dos los interrogantes medulares que el arte contemporáneo ha ejecutado de manera recurrente, desde el núcleo mismo del sistema de arte,: ¿qué es arte, qué no? y ¿quién hace la obra de arte? Para la primera pregunta hace falta una periodización que sitúe a Duchamp en el comienzo, cuando extrajo del mundo de la mercancía doméstica, objetos que plantó en el museo. Una cronología que continúe con las siguientes vanguardias: Klein, Warhol, Beuys, y así. El segundo cuestionamiento encuentra en los artistas complejas transformaciones que operaron en el mundo del arte, desde la aparición del mercado como instancia de validación de la producción hasta las conexiones entre este universo y el surgimiento de la cultura underground.

El mundo se transforma cuando lo miramos con ojos nuevos. En todos los sentidos, la última edición de ArteCo que se celebró estos días, remite a una de esas apuestas que dejan huella en la historia cultural de la comunidad; con vigor, creatividad y experimentación. Gracias a su aporte, que incluye indagar el vasto repertorio que ofrecen las artes visuales de la región realizadas durante estos últimos años, podrían estar en consonancia con un estado de situación y con un presente de las artes, ahora más plurales y complejos de lo que creíamos, trazando un mapa conceptual que consigue, en su conjunto, presentar un panorama extenso y variado, al tiempo que consigue hacer inferencias fuertes para un balance.

*Desde Corrientes.