Con una mirada crítica, pero esperanzada, el economista José Simonella habló con Canal E y delineó los retos que enfrenta la economía argentina en un contexto de apertura y ajuste fiscal.
El fin del cepo: una promesa a medias
“El fin del cepo para las personas humanas llegó, pero las empresas deben seguir esperando”, advirtió el entrevistado, al referirse al nuevo esquema cambiario. Explicó que las compañías no podrán girar utilidades hasta 2025, y recién en 2026 se verían los primeros movimientos significativos. Esto implica que muchas seguirán operando en condiciones restrictivas y con mecanismos alternativos como el contado con liquidación para acceder a divisas.
“El desafío del sector empresarial continúa”, subrayó. “Deben lidiar con una apertura a la economía internacional bajo reglas de competitividad completamente diferentes”, añadió.
Empresas argentinas: competir en desventaja
Simonella fue enfático al enumerar las dificultades que enfrentan las compañías locales: “Mayor presión tributaria, leyes laborales desactualizadas, costos logísticos elevados y alto costo de financiamiento”. Según el economista, el contexto exige que las empresas compitan con pares del mundo que operan bajo condiciones mucho más favorables.
“Las pymes, en especial, no tienen la ductilidad para adaptarse rápido”, señaló, alertando sobre el riesgo de repetir el escenario de los años noventa, cuando muchas cerraron al no poder sostenerse frente a la competencia internacional.
Motosierra y licuadora: ¿adiós definitivo?
Consultado sobre el segundo semestre sin motosierra ni licuadora, Simonella respondió con cautela: “El gobierno está avanzando en reestructurar organismos y bajar gastos, pero la presión fiscal aún no cede significativamente”. Aunque reconoce avances como la baja de la inflación y la eliminación del impuesto PAIS en algunas operaciones, considera que la reducción tributaria aún no es contundente.
“El superávit fiscal prometido es clave”, dijo, pero aclaró que los gastos del Estado son “bastante inelásticos a la baja”. Para volver a niveles del 24% del PBI en gasto público consolidado, frente al 40% actual, será necesario un esfuerzo conjunto de Nación, provincias y municipios.
Competitividad sin devaluación
Simonella explicó que el Gobierno optó por un camino diferente al devaluar para ganar competitividad: “La ventaja de una devaluación se diluye en nueve meses, porque se traslada a precios”, afirmó. Por eso, el objetivo ahora es lograr una economía competitiva mediante la baja de la presión fiscal, lo que requiere reformas estructurales profundas.
“El gobierno necesita disminuir la presión fiscal para ganar competitividad por fuera de una devaluación”, remarcó.
Riesgos de una apertura sin gradualismo
Sobre la capacidad instalada de la industria, hoy en torno al 52%, Simonella ve una oportunidad y un peligro: “Tener capacidad ociosa permite crecer sin inflación, pero el gran desafío es abrir la economía sin destruir las pymes”. Según el economista, las grandes empresas pueden adaptarse más rápido, pero el entramado pyme, clave en el empleo, corre riesgos graves si la apertura no es gradual y acompañada de alivios fiscales.
Advirtió que ya se observa la importación de productos que antes se fabricaban localmente, como carne de frutito, lo que enciende señales de alarma.
Cuidar el auto antes de acelerar
En una analogía con el automovilismo, Simonella cerró con una reflexión sobre la necesidad de equilibrio en el proceso de reforma: “No se trata de acelerar a fondo y comerse la curva”. Para él, el desafío del gobierno es encontrar el ritmo adecuado para no “romper el auto”, es decir, el tejido productivo nacional.
“Lo único que saca a la gente de la pobreza es el trabajo formal y privado”, concluyó, remarcando que sin proteger al sector productivo, cualquier política corre el riesgo de estrellarse.