El Papa Francisco eligió intervenir con voz propia en los grandes conflictos globales denunciando el rearme, apelando al fin de las guerras, advirtiendo sobre el abismo al que conduce la escalada nuclear y abogando por la paz. Lo hizo hasta el último día de su vida: durante las celebraciones de Pascua, horas antes de morir, pidió por un 'alto el fuego' en Gaza.
En el programa "Desde el canil", emitido por la pantalla de Bravo TV, Cecilia Degl'Innocenti subrayó que dicho posicionamiento fue asumido siempre desde la doctrina social de la Iglesia como un norte. Desde el inicio de su papado en 2013, Francisco imprimió una impronta política que superó lo estrictamente eclesiástico. “Su mensaje fue tercermundista, conectado con los vientos del sur global que ya soplaban en ese momento”, explicó la periodista, y mencionó que uno de sus principales aliados en la estrategia fue el cardenal Pietro Parolin, a quien definieron como su “arquitecto diplomático”. Junto a Parolin impulsó una diplomacia activa enfocada en mediar en la resolución de conflictos bélicos de escala internacional.
En el plano interno, enfrentó críticas por sus reformas eclesiásticas. La apertura hacia otras identidades de género, su posición durante la pandemia de COVID-19 y sus encíclicas como "Laudato Si" y "Fratelli Tutti" generaron tensiones, especialmente con los sectores más conservadores de la Iglesia en Estados Unidos. “Su mensaje de unidad y solidaridad no fue bien recibido por todos”, puntualizó la periodista. Lejos de optar por la neutralidad, el Papa avanzó con decisiones que buscaron modernizar la institución, aunque siempre sin romper con la doctrina.
El papado de Francisco quedó atravesado por retos políticos, conflictos geopolíticos y divisiones internas dentro de la Iglesia. Su papel como líder global, su diplomacia activa en escenarios de guerra, su postura frente al capitalismo financiero y su defensa de los derechos sociales construyeron un liderazgo inusual en tiempos donde la fragmentación constituye un desafío.
LB / FPT
